Capítulo 18

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—No podemos dejar a Quiromé aquí —comentó Abraham tras quedarse unos segundos en silencio—, debemos llevárnoslo pero es demasiado pesado.

—Quizá para ti, aún estás muy débil —respondió Kya, y enseguida se inclinó, tomando la burbuja de Quiromé entre brazos.

Abraham se quedó estupefacto y decidió no agregar nada más al respecto, sino que se puso de pie y apoyó sus manos sobre el tronco de un árbol cercano.

—¿Puedes caminar solo? —inquirió Renn.

Abraham quiso decir que no y pedir su ayuda, sin embargo, su orgullo no se lo permitió y asintió con la cabeza.

—Estoy perfecto —contestó con una sonrisa forzada en su rostro, intentó dar un paso al frente y falló en el intento, cayendo al suelo. Sus piernas simplemente se sentían muy frágiles, odiaba esa sensación.

—¿De verdad? —preguntó Renn—, no creo que te hayas caído porque sí, ¿o acaso eso estaba dentro de tus cálculos, eh?

—De acuerdo... No puedo caminar solo, ¿puedes ayudarme? —se resignó Abraham.

Renn sonrió y después se colocó a un lado suyo, Abraham pasó un brazo por sus hombros y recargó parte del peso de su cuerpo sobre él. Kya comenzó a caminar frente a ellos, Abraham la siguió junto a Renn, con quien resultaba que tenía una pésima coordinación, pues si uno daba un paso el otro tropezaba con sus pies, a ese paso seguro llegarían al centro de Edaland en horas.

—Iremos por un camino alterno —dijo Kya—, no pierdan mi paso, Abraham, tú en especial procura que nadie te vea el rostro cuando lleguemos a Edaland, parece que ellos todavía no se olvidan de nuestro escape de la última vez, así que tenemos que tener cuidado, sin los Beldaedrodarks no hay nada que los mantenga ocupados. Renn y yo encontramos un puente que nos permitirá cruzar la Grieta, pero es peligrosa, hay una razón por la que todos prefieren usar transporte para llegar al otro lado en lugar del puente, sin embargo, en este caso lo necesitamos para pasar desapercibidos. 

Kya volvió a tomar su camino, pero esta vez girando hacia la derecha, se internaron en un bosque que le era desconocido a Abraham, el césped era alto llegando incluso a sus rodillas, habían flores grandes y peculiares que ni el más experto botánico sabría reconocer. El cielo rojo provocaba que todo tuviera un contraste más tétrico y en pocas palabras no era para nada agradable estar en ese momento y lugar.

Hasta Kya debía sentirse un poco asustada y si lo estaba, hacía un buen intento fingiendo que no, sus pasos seguían siendo seguros pero Abraham casi podía jurar que veía la duda en su andar, lo que le hacía preguntarse si el camino alterno que habían tomado era realmente viable o si no suponía ningún peligro. Se convenció de que no era así y forzó a sus piernas a continuar adelante.

Pasaron alrededor de unos diez minutos cuando por fin llegaron al final del bosque y Abraham miró que había un largo puente que cruzaba de lado a lado la larga brecha que era la Grieta de los Guivernos, entonces entendió las palabras de Kya, siendo que el puente tenía una apariencia vieja y lucía como si pudiera venirse abajo con el mínimo toque.

—¿Realmente cruzaremos ese puente? —preguntó Abraham—, ¿no hay otra opción que no involucre el riesgo de caer al vacío y morir?

—En primer lugar —respondió Kya— ya sabes que no hay un vacío, sólo un sólido suelo hogar de muchos Guivernos, y, en segundo lugar, ¿acaso quieres que nos descubras? ¿Debo recordarte que seguimos siendo fugitivos?

Abraham decidió no responder y se limitó a negar con su cabeza.

—Bien, pero ve tú primero, si el puente se cae al menos alguien debe salvarse y preferiría que fueses tú que no llevas tanto peso, pasa primero y yo iré una vez que hayas llegado al otro lado.

Árbol Del Juicio [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora