Capítulo 22

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Abraham ensanchó los ojos con sorpresa y mortificación.

No podía ser verdad que las paredes se hubieran desvanecido como si nunca hubieran estado ahí, lo habría visto posible de tratarse de nubes, sin embargo al ser piedra que hasta hace unos segundos se había sentido completamente sólida le costaba digerirlo.

¿Ahora qué debía hacer? Unas paredes comenzaron a desaparecer a la vez que otras más se hacían presentes, todo era ilógico y aleatorio. Nada tenía sentido.

Comenzó a avanzar al frente, frustrado por tener que ir a ciegas y perderse en el camino, imaginó que tal vez si se dirigía al frente y esperaba a que las paredes en su trayecto se desvanecieran podría salir de ahí sin problemas.

Se detuvo luego de que una pared permaneciera estática delante de él por al menos unos cinco minutos, ¿acaso el laberinto estaba jugando con él o le parecía divertido verlo confundido? Ninguna de las opciones sonaba agradable y suspiró con exasperación.

Eso iba de mal a peor.

Lo único que lo incitó a seguir fue el recuerdo roto que tenía de su familia y de sus amigos que le esperaban afuera.

Apretó los puños y viró a la izquierda, esperaba que pudiera salir de ahí y de alguna forma abrirse camino al final. Las paredes comenzaron a abrumarlo y parecieran volverse más estrechas con cada latido que su corazón daba, los muros habían dejado de moverse, lo que confirmaba su idea de que el laberinto quería verlo sufrir y agonizar. 

Ahora estaba perdido, realmente perdido. Su sentido de la orientación se había extinguido y las direcciones que tomaba eran al azar.

Abraham soltó un grito de enojo con todas las fuerzas que pudo reunir. ¿Cómo saldría de ese lugar si no tenía idea de adonde iba?

Una idea vino a su mente y se volvió hacia las paredes a sus costados.

Si sólo fuera más atlético seguramente podría trepar esas paredes y descubrir su ubicación, con suerte la salida. Tenía que intentarlo y probar todas las opciones que tenía a su alcance, si fallaba al menos sabría que había tratado.

Frotó sus manos y se acercó al muro de su derecha, apoyó una de sus manos sobre él, aferrando sus dedos al borde de una piedra que sobresalía de entre las otras, tomó impulso y con su otra mano atrapó otra de las orillas.

Comenzó a escalar, no era particularmente bueno, pero siquiera daba su mejor esfuerzo, podía ser peor, pensó. Un par de kilos más y habría resultado un objetivo imposible.

Conforme avanzaba empezó a notar que era más bueno de lo que había pensado, quizá lo suficiente para llegar hasta arriba, sin embargo, analizó que había un detalle que actuaba como impedimento a su propósito.

Al principio pensó que se trataba de su imaginación o de la perspectiva, pero no era así.

Las paredes se alargaban para evitar que las alcanzara.

Abraham se sentía cada vez más furioso con ese laberinto.

No logró mantenerse estable y cayó al suelo, asegurándose de no herirse en el acto, aunque sus manos obtuvieron gran parte del impacto gracias a que se apoyó en ellas al caer.

Se levantó con cuidado y miró arriba.

Las altas habían vuelto a su altura original, Abraham se cruzó de brazos con molestia y siguió avanzando en otra dirección, rindiéndose ante la esperanza de escalar uno de los muros.

De pronto la temperatura empezó a descender sin ninguna explicación lógica que él pudiera entender.

Abraham se abrazó a sí mismo y se dio cuenta de que sus músculos se sentían pesados, como si no le pertenecieran y tuviera que hacer un sobreesfuerzo para usarlos. Sintió un escalofrió y sus extremidades comenzaron a temblar sin que pudiera evitarlo.

Árbol Del Juicio [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora