Capítulo 30

2 1 0
                                    

Abraham necesitaba pensar en un plan, sin embargo, esto resultaba una tarea difícil, pues los Beldaedrodarks no le dejaban ni un segundo para respirar, sus ataques eran tan veloces y continuos que empezaban a parecerle molestos.

Giró el báculo, haciendo que la espada matara a cientos de sombras que se desvanecieron al acto, Abraham no podía pensar con racionalidad, en un momento así la lógica desaparecía por completo de su mente, por lo que sólo le quedaba la imprudencia y la rabia que hervía en su sangre.

Corrió hacia Bastian, quien pareció un tanto sorprendido.

Abraham sabía que era tonto atacar de ese modo, pero gracias a lo mismo podía tener éxito, un plan que sólo a él podía ocurrírsele. Sus piernas se sentían como bloques pesados de acero que podían romperse con el más mínimo toque, le costaba mantener su visión enfocada, pues se ponía borrosa si trataba de esforzarse demasiado.

—¡Muere! —gritó, lanzándose hacia Bastian, sin pensar realmente en las consecuencias.

Él no tardó en salir de su estupor y tampoco le costó esquivar su ataque, lo cual era de esperar y no le sorprendió a Abraham en lo absoluto, así que se giró al acto y dirigió su espada en dirección de su adversario.

Era más complejo de lo que aparentaba, la espada pesaba demasiado y bajarla implicaba un gran desgaste físico en todo su cuerpo. Apretó sus dientes e inclinó su cuerpo hacia atrás para compensar el desbalance, la espada cayó al suelo y provocó una gran oleada de arena que se dispersó en el aire.

Abraham sintió un desgarrador dolor en sus hombros y brazos, sin embargo, no pudo detenerse por eso y una vez más levantó el báculo, o tanto como lo pudo hacer en su estado.

Bastian estaba a metros de distancia de donde se había encontrado originalmente, seguramente había sido incapaz de evitar una embestida de tal magnitud.

Al menos lo había herido, aún si no era de muerte, era mejor que nada.

Los Beldaedrodarks se mantuvieron estáticos más allá de su cabeza, quizá sin Bastian parecían preferir no combatir y se quedaban quietos hasta recibir nuevas órdenes. Abraham anotó esto en su mente y descendió el báculo una vez más, sólo que esta vez fue porque sus músculos le exigieron un descanso.

La espada chocó contra el suelo, justo en el mismo lugar donde lo había hecho unos minutos atrás. Bastian, quien había caído de espaldas, se levantó con cuidado y lentitud, alisando sus ropas y mirando a Abraham con menosprecio y desagrado.

—He de admitir que eres un verdadero problema —dijo él, mirando la espada blanca del báculo, cuyo brillo parecía volverse más tenue y suave conforme pasaban los segundos—, sin embargo, no representas una amenaza, o no del todo.

Abraham necesitaba recuperar sus fuerzas para arremeter contra él una vez más, así que tenía que conseguir cuanto tiempo pudiera.

—¿Qué es lo que esperas obtener de todo esto? —preguntó, podía sentir la sangre en el interior de su boca, seguramente a causa del gran esfuerzo que nunca antes en su vida había hecho—, ¿acaso piensas vivir en un mundo donde ya no exista nadie? ¡¿Es eso lo que quieres?!

—No precisamente —respondió Bastian—, de hecho planeo hacer todo lo contrario, ¿te puedes imaginar un mundo donde la raza predominante sean los Beldaedrodarks y donde yo sea el líder de todos ellos? Porque yo sí lo hago y no es una visión imposible, en realidad ya está sucediendo y no creo que puedas hacer algo para impedirlo, no hay forma de que puedas recuperar todas las facultades perdidas de los humanos, ¿por qué no te rindes ahora? 

—Porque hay muchas personas que confiaron en que podría hacer esto, no puedo defraudarlas, no puedo dejar que alguien como tú gane.

—¿Y crees que la confianza que esas personas pusieron en ti hará que me venzas? 

Árbol Del Juicio [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora