Capítulo 13

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Sus pasos se hundían en una superficie desconocida y Abraham no pudo evitar imaginar lo que habría sucedido de jamás haberse mudado a Vancouver, seguro su vida habría sido igual que siempre y nada habría cambiado en ella.

Una vez más sus pensamientos se dirigieron hacia su familia, ¿estarían bien? Recordó que Bastian le había dicho que todos los humanos eventualmente irían perdiendo sus facultades al grado de ser monstruos que pensaban por instinto, lo que no lo hacía sentir para nada mejor y aumentaba sus preocupaciones, aún cuando no tenía el tiempo de hacer algo al respecto.

Siguió caminando en medio de esa oscuridad que lo ponía cada vez más nervioso.

Se alivió al comprender de que el camino por el que andaba se iluminaba a la vez que avanzaba hacia el sonido.

Entonces llegó a una clase de cueva submarina que en cuyo centro yacía la fuente de luz, la cual consistía en el Ritrax que ahora brillaba más que nunca, Abraham se acercó hasta quedar frente al pez, quien parecía estar profundamente dormido.

Tenía los ojos abiertos, aunque no era señal de que estuviera dormido o despierto, tampoco tenía ninguna reacción aparente al tener a Abraham delante suyo, por lo que sospechaba que estaba perdido en sus sueños, lo que le hizo preguntarse si acaso los peces soñaban con algo en concreto, quizá era con comida o, en el caso de esa criatura, podía ser con acertijos.

Abraham sacudió la cabeza y miró a su alrededor, caminando con cautela para evitar despertar al pez, fue hasta que cayó en la cuenta de que en la cola del Ritrax había un objeto circular con una gema que destellaba en verde, con otras piedras más pequeñas que rodeaban a la principal.

Debía tratarse de el brazalete de Angela, supuso Abraham a falta de que no había ningún otro objeto similar por el área.

Se desplazó con cautela hacia el pez, buscando una forma de quitarle el brazalete sin hacer mucho escándalo, pero en sí era muy arriesgado intentarlo.

Se arrodilló junto al Ritrax, cuidadosamente alzó su mano en su dirección, sus dedos rozaron la superficie del brazalete y estaba casi seguro de que lo lograría.

De no ser, por supuesto, del pez que parecía tener el sueño más ligero de lo que le habría gustado a Abraham.

—¡¿Qué crees que haces robándome?! —gritó el Ritrax, sobresaltando a Abraham, quien inmediatamente se levantó de un salto.

No te estoy robando, estoy recuperando lo que le pertenece a alguien más —contestó al instante.

—¿Pertenece? Esto es mío, lo encontré hace dos días, por derecho me pertenece a mí.

Por supuesto que no, devuélvemelo ahora mismo.

Abraham trató de acercársele y arrebatarle el brazalete, pero el Ritrax rápidamente se alejó de él.

—¿Para que se lo des a una Flushliana? No, gracias. Si lo quieres tendrás que arrebatarlo de mi cadáver.

No quiero hacerte daño —respondió Abraham.

El pez soltó algo similar a una carcajada.

—¿Tú, hacerme daño? No me hagas reír. De haber querido ya te habría matado, si no lo he hecho es porque me das lástima. 

Tengo un poder que desconoces.

—¿Ah, sí? Muéstramelo. Estoy preparado para cualquier cosa, no me intimidarás tan fácil.

Mi poder va más allá del entendimiento que cualquier ser vivo es capaz de comprender, mi mente está llena de incógnitas que ninguna criatura podría imaginarse.

Árbol Del Juicio [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora