Capítulo 9

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Cuando la luz se desvaneció, Abraham observó que Edaland no era como lo recordaba.

Sonidos de explosiones perturbaban sus oídos y las calles tanto como las casas se encontraban devastadas, cubiertas de restos y lamentos, los Edalianos iban de un lado a otro, combatiendo contra las mismas sombras que azotaban la tierra.

No parecía muy diferente a como estaban las cosas en su mundo, aunque la gran diferencia caía en que los habitantes de Edaland no parecían tener miedo y daban su vida sin pensar por proteger a los suyos, incluso las criaturas que alguna vez sirvieron de transporte luchaban ferozmente contra los Beldaedrodarks.

Kya y Abraham bajaron de la plataforma para luego correr entre los restos de la ciudad, esquivando los enfrentamientos, los cuales se desarrollaban a tan poca distancia suya.

—Crucemos por la escuela —ordenó Kya—, necesito asegurarme de que los niños estén bien.

Abraham no opuso resistencia y los dos se encaminaron al frente, virando a la izquierda al final de una calle, llegaron a una espaciosa plaza con una fuente en su centro, no había absolutamente nadie metros a la redonda, lo que produjo una amarga sensación en Abraham.

—Deberían de estar adentro —dijo Kya, y sin previo aviso corrió hacia una de las construcciones, se acercó a su puerta principal y la abrió de una patada, Abraham la siguió de cerca y reparó en que el edificio era similar a su antigua escuela, sólo que ésta era de un piso.

Al entrar notó que los pasillos eran anchos y habían múltiples corredores que daban a diferentes direcciones, de repente se escuchó un estrépito sobre sus cabezas, el sonido prosiguió por unos minutos más como un martillo golpeando contra un gong, y cuando por fin paró, en el techo se dibujó un boquete con pedazos de madera, cayendo de él a sus pies.

Del agujero se asomó un Beldaedrodark con sus ojos brillando en color azul. Empezó a despedazar la madera con sus garras para abrirse paso, cuando lo hizo bajó tan rápido que apenas si parecía un borrón negro, pegó un golpe tan fuerte en el suelo que movió el piso.

Kya se apresuró a moverse delante de Abraham, protegiéndolo con su escudo que se activó tan pronto como el Beldaedrodark atizó su primer ataque contra ellos, la criatura chocó contra el escudo invisible que lo empujó hacia atrás, haciendo que golpeara contra una de las paredes y dejara su marca sobre la superficie.

—¡Yo puedo contra él! —gritó una voz infantil al otro extremo del corredor.

Un niño se aproximó hacia ellos con un pequeño arco entre sus manos y una flecha preparada, soltó la cuerda, haciendo que la flecha saliera disparada en dirección del Beldaedrodark que se encontraba aún incrustado sobre la pared sin moverse por el impacto, el proyectil penetró en su cabeza justo en medio de sus dos ojos.

La criatura se esfumó en el aire provocando que la flecha cayera al suelo.

El niño se acercó a la escena, recogiendo su munición, luego miró hacia Kya y Abraham con un semblante serio. Su pelo era blanco como la luna, un par de pecas cruzaban por el puente de su nariz y sus grandes ojos mostraban dos diferentes colores: verde y miel.

—¿No deberían estar afuera en la guerra? Yo estoy encargado de este lugar —espetó él.

—¿Encargado? ¿Qué edad tienes? —preguntó Abraham confundido.

—Nueve, casi diez, pero aún no tengo permitido participar en la batalla.

Por algún motivo  a Abraham no le sorprendió saber esa información.

—¿Estás seguro de que no quieres que te ayudemos? —cuestionó Kya.

—Lo tengo todo resuelto, entrené toda mi vida para este día —respondió el niño con certeza.

Árbol Del Juicio [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora