Capítulo 27

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Una brecha inabarcable

1

Quietud, no existía otra cosa. El departamento era muy grande para una sola persona, y Hyukjae se preguntaba si antaño Donghae estuvo demasiado solo.

Las luces de un nuevo amanecer entraban por la ventana a pesar de que había corrido las cortinas. Se recordaba en esa misma cama abrazando a su novio contra su pecho, a veces sin hacer más que mirarle. A Donghae le gustaba trazar con la uña de su dedo índice los lunares de su pecho, y a él inventarse poemas tontos dentro de la cabeza donde describía lo enamorado que estaba.

Pero ahora se encontraba solo, y la soledad nunca antes dolió tanto. Algunos meses atrás ni siquiera habría imaginado que algo le hacía falta. Allá, en su pequeño departamento, las cosas eran más sencillas, le acompañaban sus plantas y el olor a pintura, pero luego ese mismo olor fue atribuido a la presencia de Donghae cuando lo retrataba. En consecuencia, ya no quedaba un solo atisbo de su alma que siguiera perteneciéndole a él mismo.

Se sentía perdido. Él no era el único comportándose extraño. Primero la melancolía y luego la huida. Hyukjae estaba aterrado ¿Qué haría si Donghae decidía terminarlo? No sería capaz de vivir, pero tampoco de negarse si en realidad esos eran los deseos de su novio. A partir de entonces estaría solo, y en soledad debería resolver sus problemas.

Últimamente pensaba demasiado en ruptura y eso le preocupaba, así que se levantó de la cama antes de lo que usualmente hacía. Le dio su desayuno a Choco, limpió a profundidad la casa, lavó la ropa que aún se encontraba en la canasta y preparó la comida de esa tarde, para que cuando Donghae llegara no lo hiciera con hambre.

Finalmente se dio una ducha rápida y salió del departamento a las 8:30.

2

Kyuhyun no podía dejar de observar a Donghae, lo repasaba con una mirada extrañada, en medio de las penumbras donde decidieron esconderse.

—¿Estás disfrazado de Hyukjae? —preguntó en burla.

—Cállate, vestido así no me reconocerá a lo lejos.

Donghae llevaba pantalones de mezclilla ajustados y rasgados de las rodillas, una camiseta blanca y una chaqueta negra de cuero. No solía vestirse así, y la verdad es que Kyuhyun (a quien pertenecía la ropa) tampoco. Precisamente por eso eligió esas prendas olvidadas en lo más profundo del armario cuando su amigo le dijo "toma lo que quieras".

Llegaron al edificio a las siete de la mañana en el auto de Kyu, el cual guardaron en el parking. Tomaron la motocicleta y se quedaron en un callejón cercano. Estuvieron al menos una hora y media esperando hasta que Hyukjae apareció.

—Ahí está —apuntó Kyuhyun al rubio, quien caminaba tranquilamente por la acera del frente—. Todavía estás a tiempo de arrepentirte. Esto es una locura.

—No, Kyu. Puedes tomar tu auto del estacionamiento y volver a casa cuando quieras. Gracias por acompañarme—. Donghae no esperó una respuesta. Se subió a la harley.

3

Faltaban cinco minutos para su hora de entrada al trabajo. Hyukjae se apresuró en cruzar la calle y entró a un autoservicio. El día anterior no tuvo oportunidad de desayunar, no quería que hoy le pasara lo mismo.

Se paseó por la tienda ignorando todo aquello que no podía comer y tomó un pequeño paquete de galletas veganas de avena. No era demasiado, pero había olvidado hacerse, aunque sea, un sándwich de lo que cocinó por la mañana.

Al dar vuelta en un pasillo chocó con alguien más alto que él, iba pronunciar una disculpa hasta que se dio cuenta que era Han, su compañero de trabajo.

•Aquello que pudimos ser [Eunhae]•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora