TRES

105 24 23
                                    

A pesar de que Aristóteles se durmió a las 2:00 de la mañana, tuvo las fuerzas de levantarse temprano. 

Quienes igual durmieron tarde fueron sus roomies, Temo no podía quedarse callado un segundo más, necesitaba platicarlo con alguien, llorar y liberar sus sentimientos, así que supo que era el momento perfecto porque ahí estaba su mejor amigo para escucharlo. 

Le contó absolutamente todo, cada detalle, el único inconveniente era que no sabía que hacer. No sabía si arreglar las cosas con Aristóteles, empezar de cero o mejor olvidarse para siempre de que Ari existía. Para su suerte, Diego era una persona que tenía mucha facilidad para dar consejos (aunque a veces no fuera así con el mismo) así que le recomendó hacer algo, convenció a Temo que era lo mejor para ambos e hicieron un plan para el día siguiente.

La mañana fue aparentemente normal, como los días anteriores, un silencio incómodo estaba casi presente cuando los tres chicos caminaban juntos por la escuela. Sin embargo, Aristóteles no se esperaba que algo fuera a cambiar.

-¿P-podemos hablar?- Dijo Temo hacia Ari. Se acercó a él después de una clase que compartían. Diego se fue a otro lado para dejarlos solos.

Aristóteles se quedó mirando con sorpresa a Temo durante unos segundos, pensó que el castaño no le volvería a dirigir la palabra.

-S-si.- Tartamudeó. 

Caminaron a una banca y se sentaron. Cuauhtémoc suspiró.

-Bien. Lo estuve platicando con Diego y llegamos a la conclusión de que lo mejor es no seguir así.

-¿Así?- Ari era alguien que pocas veces se quedaba callado sin embargo en esta ocasión se sentía temeroso -Temo no te entiendo.

-Pienso que lo mejor es hacer borrón y cuenta nueva.- Confesó. Su corazón palpitaba muy rápido. Había estado practicando esa conversación desde la noche anterior pero no se imaginó lo difícil que sería a la hora de la verdad. -

Ari se quedó callado por unos segundos. Dentro de él miles de sentimientos se mezclaron cuando escuchó las palabras de su compañero, estaba feliz de que Temo considerara volver a dirigirle la palabra, pero también tenía miedo porque si o si, su relación ya no sería la misma así que también estaba triste porque efectivamente, se estaba reconciliando con Temo pero sabía que sería complicado recuperarlo de la forma en que el quería.

-Está bien.- Respondió Aristóteles escondiendo cada emoción. Simplemente mostró una sonrisa con la boca cerrada.

-¿Así nada más? ¿No dirás otra cosa?- Preguntó Cuauhtémoc con sorpresa.

-Es que tienes razón... ¿Para que pelear? Es innecesario.

Temo se quedó sin palabras, pues en verdad se le estaba haciendo complicado.

Los dos se miraron y sus corazones se aceleraron, Ari y Temo aún sentían amor por el otro, por más que lo quisieran ocultar, ahí estaba, esa llama seguía encendida. Ambos se despidieron muy rápido y olvidarse de esa manera no era cosa de días, necesitaban más tiempo. 

Sin embargo en esos instantes, sentados uno frente al otro en una banca de la universidad, sentían que debían poner la mejor cara y fingir que sus sentimientos se habían borrado.

-Entonces... ¿borrón y cuenta nueva?- Preguntó Temo. A pesar de que trataba de mantener un semblante tranquilo, su voz lo delataba, pues se escuchaba muy nervioso y algo triste.

-Borrón y cuenta nueva.- Confirmó Ari. Juntaron sus manos y sintieron como una descarga eléctrica pasaba por sus cuerpos, era esa chispa que aún mantenían. -Bueno... ¿quieres... quieres un café de la cafetería? Yo te lo invi...

-Hola.- Una voz femenina interrumpió las palabras de Aristóteles. Meli estaba de pie, detrás del rizado. -Perdón, ¿interrumpo?.

-Para nada.- Contestó Temo. Ari volteó a ver a la rubia y se sorprendió de verla ahí. 

-Que bueno porque tenemos que hablar.- Aristóteles se giró hacia Temo con un gesto de confusión, no tenía idea de lo que estaba sucediendo. Meli miro de arriba a abajo al de rizos. -¿Podrías dejarnos solos?.

-Claro.- Exclamó aún con duda. Lentamente se levantó. -Nos vemos después... Temo.- Comentó en un tono bajo. 

Al escuchar eso, Meli se mostró emocionada. 

-Te dicen Temo.- Afirmó sorprendida. Sus ojos estaban solamente enfocados en el castaño, miraba cada detalle en él, su cabello, su suéter gris, los lunares de su rostro. -Eres tú.- Dijo pero más para sí misma.

-¿Yo?.

-Perdón perdón, creo que me estoy adelantando.- Dijo al mismo tiempo en que se sentaba donde anteriormente estaba Aristóteles. -Si no me equivoco tu y yo nos conocimos cuando teníamos siete años.- En ese momento, la mirada de Temo también se transformó, pasó de estar neutra a verse sorprendido. 

-Meli...- Exclamó Temo. -¡No lo puedo creer!... ¡Eres tú!

Ambos se abrazaron de inmediato y se quedaron así por varios segundos.

* * *

La jornada en la universidad había terminado, Diego, Aristóteles y Temo, caminaban hacia la salida, los tres con una actitud más relajada y positiva.

De repente, Temo volteó hacia su derecha y miro a Meli, quien caminaba junto a Mateo.

—¡Hola!— Saludó la rubia mientras se acercaba a su amigo. Este le sonrió.

—Eh... Chicos, ella es Meli. Una amiga de la infancia.— Dijo Temo. —Meli, ellos son Diego y Aristóteles... Mis roomies.

La chica solo agitó su mano mientras mostraba una sonrisa discreta.

—Bueno... Yo te presento a Mateo, mi mejor amigo.

El nombrado estrechó su mano con la de Cuauhtémoc. Sin embargo no dijo una sola palabra.

El ambiente estaba tenso, ya que la primera impresión que tuvieron Meli y Mateo de Temo y sus roomies no fue precisamente la mejor.

—Bueno, Meli y yo quedamos en ir a comer algo ¿si? Los veo más tarde en la casa.

—Diviértete amigo.— Respondió Diego. Aristóteles solo asintió.

—Nos vemos mañana ¿okey?.— Dijo la rubia hacia Mateo. Ambos amigos se despidieron con un beso en la mejilla.

Después de eso, Meli y Temo salieron de la universidad, ansiosos de poder compartir un momento juntos después de tanto tiempo. Cuando se reencontraron, en aquella banca, hablaron un poco pero los dos debían ir a sus respectivas clases y no pudieron decirse mucho.

Mientras tanto, por alguna razón, tanto Ari como Diego se quedaron junto a Mateo mirando a sus amigos caminar juntos, fue un momento extraño. Diego y Ari voltearon a ver a Mateo, pero este solo los miró de arriba a abajo para luego retirarse.

—¡Es guapísimo!— Exclamó Diego. Aristóteles solamente hizo una mueca de disgusto.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - -

¡Hola! Aquí está el capítulo tres, espero que les esté agradando la historia, que disfruten de ella y les llame la atención jsjsj. Si la comparten para que más gente la lea se los agradecería muchísimo 💗

Nos vemos el viernes!!!

-Pau.

UNA CANCIÓN || Aristemo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora