Una pelota de tenis fue disparada con fuerza a la raqueta contraria. Mateo parecía estar muy concentrado en el juego y por una parte si, pero por otra no podía sacar de su mente que Mely, su mejor amiga, había decidido irse a casa de Temo.
Cómo al llegar a su casa no dejaba de pensar en la idea de que había sido suplantado, decidió ir al club al que seguido asistía para ejercitarse. Esta vez quería despejar su mente en un deporte y que mejor que en el tenis. Sin embargo, parecía que se estaba desquitando con la pobre pelota porque le pegaba muy fuerte.
Mely y Mateo tenían una amistad desde la secundaria. Él era el compañero solitario del salón, se sentaba hasta adelante y tenía calificaciones excelentes, pero eso no lo hacía sentir completo porque le faltaba alguien de su edad que lo escuchara, que hablara con él, una persona con la que pudiera compartir los panditas que compraba a la hora del receso.
Por otro lado, Mely también era dedicada a la escuela, le gustaba estudiar y mantenía un balance perfecto con sus tres mejores amigas sin embargo un día se enteró que la traicionaron y ese día su mundo se apagó. Se sentía sola, humillada, y poco inteligente, desde ahí su autoestima poco a poco fue decayendo.
Una mañana, durante el receso, Mateo vio a Mely llorando, sentada en una banca, así que se acercó. Platicaron todo el recreo y ahí surgió su amistad.
"Nunca nos vamos a separar." Fue una promesa que se repetían constantemente.
—¿Qué te pasa? Casi me lastimas.— Exclamó el hombre con el que estaba jugando.
Mateo estaba tan concentrado y ansioso por golpear la pelota que no se percató de que por poco, el ojo de su contrincante queda morado.
—Disculpeme señor.
—Es tenis, no béisbol para que le pegues así.— Respondió el hombre. Mateo asintió con la cabeza. —Ya pues, sigamos.
—No, yo… Debo ir al baño.— Indicó el ojiazul. Seguido de eso salió corriendo.
Llegó a los sanitarios del club y se quedó en la parte de los lavabos, mirándose en el espejo.
Intentó relajar su respiración, inhaló y exhaló despacio, luego se echó agua en la cara y volvió a ver su reflejo, con una toalla desechable limpió las gotas de agua que caían de su barbilla.
Pensó en lo mucho que detestaba la llegada de Temo y Aristóteles a la ciudad, porque desde el día uno, los dos arruinaron su proyecto y ahora Cuauhtémoc acechaba con separar a Mely de él. No quería volver a quedarse solo.
"Tengo que detener esto." Pensó.
*******
—No vayas a romper los vasos, recuerda que solo tenemos cuatro.— Ese fue Diego entrando a la cocina. Su comentario se debía a que Ari estaba lavando los trastes y tallaba los vasos con mucha intensidad.
—¿Qué pasó Diego?.— Preguntó.
—Uh, creo que Celostóteles está molesto.— Comentó el ojiverde, tomando un plátano y quitándole la cáscara.
Ari soltó dentro del fregadero, el vaso que tallaba, provocando un ruido estruendoso. Apretó su boca y le lanzó una mirada amenazadora a su roomie.
—Ya, está bien.— Pronunció Diego. —¿Pero porque te pones celoso si sabes que Temo te quiere a ti?.— Cuestionó. Le dio una mordida al plátano.
—¡Diego! No grites o nos van a escuchar.— Susurró Aristóteles. —Y no estoy celoso.— Agregó volviendo a tallar los vasos.
—¿No? ¿Y porqué lavas los vasos con tanta enjundia?
—Así los lavo yo.— Contestó. —Y… ¿Y por qué dices eso de Temo?
—Ay Aristóteles, no te hagas wey.— Dijo después de darle otra mordida al plátano. —Es obvio, he visto como te mira… y acuérdate que soy su mejor amigo, yo sé cosas.
—¿Te ha dicho algo de mi?.— Preguntó el rizado con mucho interés. Incluso dejó el vaso tirado en el fregadero otra vez y se limpió las manos con un trapo.
—Mira, yo no debería estar haciendo esto, número uno porque se supone que nos odiamos y número dos, soy el mejor amigo de Temo… pero te voy a decir sólo porque no quiero que sigas tallando así los vasos, ya te dije que los vas a romper.— Dijo en un susurro.
—¡Diego! ¿Me vas a decir o no?
—Tranquilizate desesperadostoteles.— Diego tiró la cáscara del plátano al bote de basura. —Ya van dos veces que Temo me cuenta que soñó contigo y según en esos sueños ustedes son novios, y eso lo trae bien confundido.
—¡Temo sueña conmigo!— Exclamó Aristóteles en un volumen alto. De inmediato se escuchó un "shh" de parte de Diego. —Perdón, perdón.
—No vayas a rajar o me cuelgan.
Mientras eso sucedía en la cocina, Mely y Temo estaban en el cuarto de él trabajando en el proyecto de la universidad. Ambos estaban siendo muy eficientes y avanzaban con buen ritmo.
—Ay, ya me cansé, ¿tu no?— Habló Temo. Se estiró en el puff amarillo que tenía, ese que había traído de su anterior habitación en Oaxaca.
—Si… tienes razón, ya es tarde.— Concordó Mely mientras se separaba de la laptop. —Mi tía dijo que Ramiro pasaría a las ocho por mi.
—Ya casi son las ocho, te ayudo a guardar tus cosas si quieres.— Dijo Temo. Se levantó del puff y comenzó a meter los plumones de Mely a su lapicera.
—Gracias.
La rubia se quedó mirando a Temo al rededor de varios segundos, la luz de la Luna daba directo al rostro de su compañero y esto se le hizo adorable. Su enamoramiento aumentaba cada vez más, sentía el pulso a más de cien, a miles de mariposas revoloteando en su estómago y el problema era que Mely pensaba que Temo se sentía igual.
De repente la chica dio un paso adelante y tomó del brazo al castaño, él la miró de inmediato extrañado por su gesto y segundos después ella se acercó a su rostro, depositando un beso en la mejilla de Temo. Un beso suave, un beso que duró unos segundos y que fue interrumpido por Aristóteles.
El rizado abrió la puerta para preguntar si querían café pero para su mala suerte se encontró con aquel momento.
Apretó sus labios en señal de molestia.
—Diego me mandó a preguntar si quieren café.— Habló en un tono frío.
—No, gracias, yo ya me tengo que ir.— Respondió Mely al mismo tiempo en que revisaba su reloj. —En cualquier momento pasan por mi.
Ella tomó su mochila color blanco y caminó hacia la puerta de la habitación para luego salir. Temo iba tras de ella pero se detuvo dos segundos a mirar a Aristóteles más no le dijo nada, luego se retiró.
Aristóteles soltó un suspiro y talló su rostro con ambas manos.
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UNA CANCIÓN || Aristemo.
FanficTodos los días escuchamos música, ya sea directa o indirectamente; la música es algo que nos hace sentir que estamos vivos, nos recuerda momentos y nos hace sentirnos libres. Justamente por esto es que Aristóteles decide escribirle una canción a Tem...