Todo comenzó con un beso en la mejilla, o mas bien... ¿terminó?.
Aristóteles había invitado a Temo a su departamento, esto ya era costumbre para ellos pues desde que supieron que ambos sentían lo mismo, se habían vuelto más que inseparables. El único detalle era que los padres de Aristóteles no sabían que él mantenía un romance con el hijo de Pancho López... al contrario, pensaban que ambos adolescentes eran muy buenos amigos.
Una vez en el cuarto del rizado, los dos estaban sentados en el suelo, Aristóteles se acercó al rostro de su vecino y le dio un beso en la mejilla, como los días anteriores, también este gesto ya se había vuelto costumbre. Sin embargo desde hace días que Aristóteles notaba a Temo con una actitud más desanimada... ya no le correspondía los besos y abrazos tan fácilmente.
-¿Qué tienes?- Preguntó Ari. Pasó una mano por la cara del otro muchacho.
Temo soltó un suspiro y miró al rizado quien se notaba preocupado.
-Esto ya no es sano Aristóteles.- Confesó.
-¿Esto?
El castaño asintió varias veces con la cabeza.
-Exacto.- Temo mantenía un semblante serio. -Ni siquiera se como llamarle a lo que sea que tengamos porque nunca hablamos sobre eso ¿sabes?... Además llevamos un mes así, escondidos de los demás y no se si tú ya te cansaste pero yo si.
Aristóteles tomó la mano del castaño, la acarició con el propósito de calmarlo pero era en vano.
-Te prometo que en una semana, cuando lleguemos a la Ciudad de México, seremos totalmente libres.
-No lo sé... me provoca mucho conflicto que no seas capaz de decírselo a tus padres, es como si te diera pena andar conmigo.
-Jamás me avergonzaría de tener un novio como tú, sólo que no es fácil, conoces a mi papá.
Temo retiró sus manos de las de Aristóteles y miró hacia abajo. La tensión en el ambiente persistía y esta vez se trataba de algo malo. Por un momento la habitación se quedó en silencio, hasta que Temo habló.
-Está bien.- Susurró, asintiendo con la cabeza. Se podía notar como sus ojos empezaban a soltar diminutas lágrimas. -No te haré más difícil esto. Hasta aquí llegamos.
-¿Es neta?, ¿Me estás cortando?
-Ni siquiera sé si fuimos novios Aristóteles.- Respondió triste.
La verdad es que a él también le dolía tener que parar ese romance pero llevaba días pensando en que no era sano esconderlo... todo era muy incierto y temía que Aristóteles un día simplemente empezara a salir con alguien más y no se lo dijera... o algo así.
Temo se levantó del suelo dejando al rizado ahí sentado. Se miraron una última vez, con melancolía y tristeza... Aristóteles tampoco trató de decir algo más porque sabía que era cierto, no era sano para ninguno pero no podía evitar sentirse mal por decirle adiós a un amor que fue perfecto... perfecto mientras duró.
Ambos lloraban silenciosamente, hasta que Temo caminó a la puerta de la habitación y finalmente se retiró.
"Me tengo que ir, perdóname." Pensó Temo.
* * *
Dentro de un amplio cuarto en alguna casa de la Ciudad de México se encontraba una chica de dieciocho años, con cabello dorado y brillante, sentada frente a un espejo donde le gustaba arreglarse cada mañana.
"Una semana... queda una semana para volver a la escuela... para demostrar que eres más fuerte de lo que muchas personas piensan."
Tomó su cepillo y comenzó a pasarlo por su cabello, después lo ató en dos trenzas casi perfectas, se quitó el maquillaje con delicadeza y al verse al natural solamente soltó un suspiro.
"Algún día". Dijo para sus adentros.
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UNA CANCIÓN || Aristemo.
FanfictionTodos los días escuchamos música, ya sea directa o indirectamente; la música es algo que nos hace sentir que estamos vivos, nos recuerda momentos y nos hace sentirnos libres. Justamente por esto es que Aristóteles decide escribirle una canción a Tem...