Alice in Bonderland

Su primer beso

Arisu: ¿Quién diría que una aburrida cena con los amigos de su hermano terminaría tan bien? Y es que el japonés siempre repite su mente el momento en el que entraste por la puerta del restaurante completamente mojada por la lluvia de aquella noche.

—Arisu, ¿estás escuchando lo que digo?—llamaste su atención.

—Te amo—soltó de repente mientras se ponía de pie y tomaba tus manos para hacer lo mismo—Dios, juro que te amo.

Abriste los ojos sorprendida ante la confesión y dejando escapar una gran sonrisa de tus labios. Siempre pensaste que tu le dirías sus sentimientos.

Arisu en un arranque de locura miro al balcón de tu departamento notando la lluvia, tal cual pasaba ese día tomando eso como una especie de señal.

Agarro tus muñecas llevándote al pequeño espacio y tomarte en sus brazos inclinándote un poco como en aquellas películas estadounidenses.

—¡Arisu, no! ¡Hace frío y vamos a enfermar! ¡¿Por qué-

El moreno atrapó tus labios entre los suyos aprovechando una pequeña distracción para dar paso a su lengua mientras tu solo podías dejar ligeras caricias en su pelo.

Sí se enfermaron luego, pero fue un primer beso increíble.

Karube: La idea más tonta que habían tenido sus bobos amigos era, por lejos, la que se llevaría acabo esta noche. Es decir, el rubio sabía que necesitaba a alguien luego de lo que pasó con su ultima novia, pero una cita a ciegas no parecía buena idea.

—Solo entras, hablan un poco...—comenzó a hablar Arisu.

—...podrían comer algo también y quizá te agrade—terminó Chota.

—Si sale mal voy a golpearlos, a ambos—amenazó a ambos señalandolos con su índice.

Suspiró una vez más y entró al bar donde estaba programado el encuentro encontrándose con una linda chica pelirroja de unos diecinueve, quizá veinte.

—Tu debes ser Karube ¿no?—preguntó mientras le daba un trago a su cerveza.

—Y tu eres, Max.

Sí...quizá esta cita no iba a ser tan mala. Toda la noche estuvieron bebiendo y comieron unas hamburguesas que también podían conseguir en el bar. Sorprendentemente tenían mucho en común.

Esa noche mientras Karube te llevaba hasta tu casa decidiste que lo mejor era dar el paso ahora, definitivamente era el hombre que querías.

—¿Karube?—preguntaste mientras lo veías alejarse por la vereda.

Al verlo voltear diste un ligero trote hasta él para besar esos lindos labios que habían captado tu atención toda la noche.