Capítulo 9

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Abrí la puerta de mi casa y Enzo entró sin darme tiempo a invitarle. Cerré la puerta y cuando me giré hacía él, lo vi andando de un lado hacia otro.

-¿Qué pasa?

-Mmm. ¿Podría quedarme está noche aquí? -me preguntó algo nervioso.

-Sí, no veo el problema pero... -me detuve un momento y crucé los brazos. -¿Pasa algo malo?

-No, no es nada. Solo es que... Mi coche no me arranca. -me explicó. Se fue hasta el comedor y se asomó a la ventana. Enseguida se escondió a través de la cortina, como si alguien lo hubiera visto.

-¿Hay alguien? -pregunté.

-¿Qué? ¡No! -cerró la cortina y se sentó en el sofá.

Le llevé un vaso de agua porque parecía un poco agobiado y me fui al baño a terminar de quitarme el maquillaje. Puse un poco de música mientras me lavaba los dientes y bailaba frente al espejo.

-¿Tu no dejas de transmitir buena vibra nunca? -me preguntó Enzo asustándome.

-Cualquiera me diría que vivo enfadada todo el día. -dije mientras me aclaraba la boca. -¿Estas mejor? -pregunté.

-Sí.

-Pues menos mal. Ya estaba pensando si me iba a tocar cuidar a un niño asustado.

-¿Niño pequeño? Habló la niñita encaprichada. -cruzó los brazos y sonrió.

-¿Niña encaprichada? Perdona guapo que todo lo que tengo es por mí.

-Solo te falta un coche.

-Lo conseguiré. -le di un golpecito en el hombro.

-No lo dudo. -me dijo mientras me seguía por el pasillo.

-¿Quieres algo de ropa?

-Uy sí, un sujetador me vendría ideal. -dijo ironizado la voz femenina.

-Eres idiota. -pues cara de asco.

-No es por ofender pero su ropa de XS no me va a entrar, la verdad.

-No me ofendes, engreído. Tengo un par de camisetas bastantes grandes para cuando toca lavar y eso.

-Que mal uso de camisetas. -me dijo él riendo.

-Bueno, ¿Las quieres o no? Me estas cabreando.

-No, no, no te enfades. Cuando sonríes está mas bonita. -dijo sincero.

Mi cuerpo se congeló al escuchar esas palabras. Abrí el segundo cajón de la cómoda y cogí una camiseta negra de manga corta.

-Ahí tienes, campeón.

Salí de la habitación y fui al comedor. Cogí mi teléfono y me metí en WhatsApp. Vi unos mensajes de Mandy.

-Hola desaparecida, cuando quieras me llamas y hablamos que no sé nada de ti, guapa.

Le dejé en leído pero porque ya eran casi las tres de la mañana y seguro que estaba dormida y no quería molestarla. Mandy y yo hemos tenido una amistad bastante fuerte en la que ni una de las dos nos hemos enfadado por cualquier tontería, siempre hemos sabido aceptar las críticas constructivas que nos decidamos la una a la otra y sabíamos que no era necesario hablar todos los días.

-Bueno, por lo menos me está. Te lo agradezco. 

-Siento no tener un pantalón. -dije sonriéndole.

-Que va, no te preocupes. Además tampoco hace tanto frío como en navidad.

-Ya, bueno. Me voy a dormir. -dije levantándome del sofá.

De cero.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora