Capítulo 3

39 10 0
                                    

Cuando ya estaba en el avión, me di cuenta de muchas cosas que dejaba en España. A mis amigos, a mis padres, a Andrés...

¡MIS PADRES!

¡Se me olvidó llamar a mi madre! Violeta, tía donde tienes la puta cabeza.  

-Abróchense los cinturones, el avión despega ya. -dijo una azafata del avión. 

Mierda, mierda. A ver, Italia no está muy lejos. Quizá tarde... ¿Una hora? ¿Más o menos? No creo que más... Cuando llegue a la casa le llamaré, a ver si la encuentro más tranquila. La suerte en la vida para algunos es que te toque la lotería, ganar un sorteo... Pues para mí es que me toque ventana en el avión. Qué pasada, por cierto. Me había preparado un par de libros, películas en el móvil y mucha música, pero creo que no lo voy a necesitar porque las vistas son espectaculares. Por desgracia, me habían tocado dos niñas gemelas de unos seis o siete años delante de mi y no paraban de gritar. Así que por lo menos la música me vendría bien. Me puse los cascos y mirando por la ventana estuve todo el trayecto. Tengo que ser sincera, y es que cuando la azafata nos dijo que el avión estaba a punto de aterrizar, casi me da algo. Pensé que nos íbamos a morir porque con la mala suerte que tengo pues nos había tocado un conductor novato. Bajamos del avión y fui hacia donde había que recoger la maleta. Yo ya había visto esto antes en las pelis y parecía muy lioso, pero es bastante sencillo. Cuando salgo del avión, veo que un chofer de unos 60 años más o menos, está con un cartel de Violeta García en sus manos. Me dirigí hacia él con las dos maletas y en cuanto me reconoció, me ayudó de inmediato con una maleta. 

-Bienvenida señorita García. -me dijo él. Agradecí interiormente que hablase español.

-Hola. Encantada. -dije un poco nerviosa. ¿Quién sabe si era un tipo desconocido y psicópata que se había disfrazado de mi chofer para llevarme a cualquier sitio a descuartizarme y tirarme por ahí? He visto mucho mentes criminales, perdonarme. 

Me abrió la puerta para subir al coche y me llevó hasta el nuevo piso que me dijo Ricardo. Yo estaba alucinando con lo que estaba viendo de Italia. Es super chula y tiene un estilo único. Menos mal que tengo bastante memoria en el teléfono porque desde el primer minuto que bajé del avión empecé ha hacer fotos. Había mucha gente por las calles, la verdad es que molaba mucho lo poco que había visto. Cuando llegamos a una casa muy bonita desde fuera, el chofer paró el coche en frente de la puerta principal. Me bajé y cogí una de las maletas mientras él cogía la otra. Entré al portal y había un conserje bastante joven, apuesto que es algún vecino de la finca o algo. 

-Buongiorno, signorina. me dijo aquel conserje.

-Buongiorno. -dije educadamente. Menos mal que me miré las "20 frases que te tienes que saber si te vas a Italia" en Google.

-Lei conosce appena l'italiano, parla spagnolo. -vi como el chofer le decía al conserje.

-Ok non c'è problema -dijo él. Me cogió una de las maletas y me miró. 

-Qual è la tua porta, signorina? 

-Cuatro. -le digo enseñando los cuatro dedos. Él se rio por lo bajito y me sentí un pco estúpida, pero bueno. 

Me ayudó a subir al segundo piso, por desgracia no había ascensor. ¿Qué clase de comunidad no tiene ascensor pero sí tiene conserje? Esta. Y por suerte, solo eran dos pisos. Me abrió la puerta y entramos a la habitación.  La casa no estaba muy mal, habían cuadros y muchos muebles. Más para limpiar, pero no pasaba nada. Nada más entrar a la casa, a la derecha estaba el baño y enfrente la habitación de matrimonio. Tenía un largo pasillo hasta llegar al comedor. Que pasada, el comedor y la cocina estaban juntos. Por fin era hora de empezar mi vida con una casa guay. 

De cero.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora