Capítulo 11

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-¿Violeta? 

Una voz familiar dio vueltas a mi cabeza mientras tenía la cabeza agachada con la mirada perdida. Vi como unos pasos se acercaban a mí y cuando alcé la mirada pude descubrir quién era. 

-Enzo... ¿Qué haces aquí?

-Vaya, que situación más incomoda. -dijo él mirando a los lados.  

-¡Contéstame! -grité así de la nada. 

-Relájate, ¿quieres? Yo no soy la que ha dicho que se iba a su casa y luego me la encuentro aquí medio borracha. 

-No me eches las cosas en cara, joder. -dije enfadada. -Además, no entiendo que haces aquí. Ni que hayas venido a recoger a alguien. 

-Efectivamente, mi hermana Ellen me ha llamado. 

-No me jodas... -me metí un manotazo en la frente por este momento incomodo. 

-Cosas de la vida. -me dijo con una sonrisa de oreja a oreja. 

-¡Con lo grande que es Milán! 

-Ya lo creo. -dijo mientras se rascaba la nuca. 

Enzo y yo nos quedamos mirando durante un rato. El silencio reinó entre nosotros pero los ojos hablaban por sí solos. Quizá, esto era cosa del destino que nos habrá querido unir, otra vez. Porque al final, ya sea por Amy, por Alessandro o porque vivimos los dos en Milán... Siempre acabamos encontrándonos por lo que sea. 

¿Nunca os ha pasado? 

Enzo se sentó en la escalera junto a mí. Sacó un cigarro, se lo encendió y me ofreció. Le negué el cigarro y él continuó fumando esa pequeña arma mortal legal mientras miraba al cielo. Yo pude observarlo perfectamente. Tenía una barba medio rubia que le sombreaba toda su mandíbula y que le hacía muy sexy. Además de unos ojos marrones claros tirando a miel, sin mencionar la perfecta nariz que tenía. El tragaba el humo del tabaco mientras fruncía el ceño y he de decir que le hacia muy atractivo. No sé si será el efecto del alcohol pero Enzo era perfecto desde estas vistas.

-Creo que será mejor que te lleve a casa. -me dijo Enzo al apagar el cigarro a mitad. 

Él se levantó y yo le imité. Nos quedamos mirando pero él giró la cabeza enseguida al ver a Ellen salir por la puerta. 

-Que bien que hayas venido. -dijo ella abrazando a su hermano. 

-Sí. -afirmó Enzo. 

-¿Te encuentras mejor? -me preguntó Ellen. 

-Sí, ahora enseguida a dormir y se me pasará. 

-Bueno, me alegro. Le diré a Carlo que te has tenido que ir. -me dijo ella acariciándome el brazo. Justo en ese momento Enzo frunció el ceño intentando que no nos diéramos cuenta, pero yo sí que me di cuenta. 

-No le digas nada, por favor. -dije tranquila. -¿Vamos? -le pregunté a Enzo. 

-Sí, vamos, mañana trabajas. -me dijo él. 

Guao. Hay que ver. Se sabe mejor él mi horario que yo. Nos despedimos de Ellen la cual se metió de nuevo a la casa, y nosotros dos nos fuimos al coche de Enzo. Me miré en el reflejo de la ventanilla y tenía una coleta de lado super mal hecha y con pelos de loca. Abrí la puerta y me metí en el coche mientras que Enzo miraba colocaba el retrovisor izquierdo. Cuando entró al coche, me pasé las manos por la cara pensando en lo mal que había hecho en venir aquí. Vi de reojo como Enzo miró al frente y suspiró, sin decir nada.  A los minutos, arrancó el coche y puso rumbo a mi casa. Bajé la ventanilla del copiloto para que me diera un poco el aire y me sentí bastante bien. 

De cero.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora