Capítulo 22.

70 4 2
                                    

Martes. 12:25 am. Volví a la universidad y debo decir que no fue tan incómodo volver como lo esperaba. Claro, desde que me enteré que estoy embarazada creí que ya todos lo sabrían, pero se ve que Sarah cumplió con su acto de buena amiga y no le dijo nada a nadie… aunque es obvio, no podré ocultarlo por mucho tiempo ya que mi barriga irá creciendo a medida que mi bebé se va gestando dentro de mi vientre.

Todos mis familiares ya lo saben y no se hicieron esperar los llamados de felicitaciones por parte de todos mis tíos, abuelos, primos, etc. Oliver me llamó por la noticia, ya que se enteró por Sarah, y lo primero que me dijo fue “¿Cómo lo hace Steven?”. No, si mí querido hermano nunca se olvida de sus palabras fuera de lugar.

Obvio, no todos mis familiares me felicitaron así como si nada; un tío mío me gritó hasta las groserías que ni sabía que existían para luego calmarse y felicitarme, al igual que mi abuela por parte de mi padre, nada más que ésta después se la pasó hablando de más acerca del parto y todo eso, cosa que le hice oídos sordos a aquella información. Sé que el dar a luz a un bebé es bastante doloroso y no quiero que me adelanten los acontecimientos, mucho menos que me hagan pensar en eso. Cada cosa a su tiempo.

Mi barriga no creció ni un centímetro, pero no puedo evitar sentirme algo rara a la idea de tener un feto dentro de mi vientre. Todavía estoy procesando lo que está pasando pero sé que ya no hay vuelta atrás; para colmo, un primo mío, bastante desconsiderado, me llamó por teléfono para recomendarme el aborto. O sea, ¡está loco! Claro, la noticia todavía me tiene algo aturdida pero no sería capaz de matar a un ser vivo que tengo en mi estómago. No, eso sí que no.

Ahora mismo me encontraba en la cafetería, almorzando normalmente con la compañía de Sarah a mi lado. Había elegido comer ensalada multicolor y nada más, ya que eso fue lo único que no me provocó náuseas; Sarah había elegido comer pollo frito, pero luego se arrepintió al notar que estaba muy grasoso que terminé compartiendo mi almuerzo con ella. No estoy tan hambrienta, pero tampoco puedo dejarlo a mi bebé con hambre.

—Cuéntamelo todo —decía Sarah para romper el hielo. La miro algo confundida, ya que no sé de qué habla—.

—¿Que te cuente qué? —pregunté mientras revolvía suavemente la ensalada con mi tenedor de plástico; ésta rueda los ojos—.

—Que me cuentes cómo te fue con Steven, ¡daah!

—Ahhh… pues, bien. ¿Qué te puedo decir? —me encogí de hombros, quitándole importancia al tema—.

—No hubo… ¿besitos? —Sarah alzaba una ceja; niego con la cabeza—.

—¡No, Sarah! Entre Steven y yo ya no hay nada.

Al rato, podía ver que mi acompañante mira hacia arriba por detrás de mi hombro, para luego hacer una mueca. La miro algo extrañada, así que decido voltear mi cabeza y… me doy cuenta por qué Sarah hacía ese gesto. Atrás mío, se encontraba Steven que, al parecer, escuchó todo lo que dije, porque podía notar cierta tristeza en su rostro que trata de ocultar con una media sonrisa falsa.

—Hola, Sarah. Hola… Julianna —nos saludaba él algo nervioso; vuelvo mi cabeza a su posición normal, revolviendo mi ensalada sin parar—.

—Hola, Steven —lo saluda Sarah normalmente—.

—Hola… Steven —lo saludo yo bastante incómoda, ya que me siento mal que él haya escuchado lo que dije—.

—Emmm… ¿puedo sentarme aquí?

—¿Por qué no te sientas con Summer?

—¡Julianna! —Sarah me reta mientras me fulmina con la mirada, dándome a entender lo grosera que fui—.

Un trato es un trato. «MAS#2». [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora