Capítulo 16.

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Sólo sé que hoy es domingo. No tengo ni la menor idea de qué hora es, y tampoco me importa saber que mañana volveré a la universidad. Nada de lo que suceda mañana o pasado me hará cambiar la sensación que estoy sintiendo en este momento, aunque no pueda describir en palabras cómo me siento…

Lo único que diré es que hoy no me siento como todos los días. Me siento… diferente… como si una parte de mí faltara, pero… no recuerdo qué vendría a ser exactamente.

“Tu virginidad, idiota. Eso es lo que te falta. . .”, decía la misma voz en mi cabeza que viene torturándome desde hace ya mucho tiempo, pero no le tomo importancia. Sólo suspiro y me acurruco en el pecho desnudo de Steven y olvido a todos los que existen en este mundo.

Nos encontrábamos los dos, tendidos en esta cama totalmente desordenada. Steven estaba acostado boca arriba con su brazo izquierdo flexionado y su mano detrás de su nuca, mientras que con su otro brazo me abraza la espalda, en donde yo me encuentro con mi cabeza apoyada en su pecho, sintiendo los relajantes latidos de su corazón, rozando mis labios en su piel a la vez que hago, suavemente, pequeños círculos allí mismo con mi dedo.

Todo estaba como siempre. Los dos acurrucados entre sí, totalmente tranquilos, disfrutando de la compañía del otro, sólo con una sola diferencia; no teníamos ni un miligramo de ropa encima, sólo la sábana blanca que nos tapaba nuestras partes y nada más.

Steven estira sus brazos y me acurruca más a él, abrazándome con ambas manos, a lo que yo imito su acción para luego depositar un beso en su pecho. Miro de reojo la ventana que se encuentra en la pared de nuestra habitación y veo que ya está amaneciendo, así que calculo que deben ser cerca de las seis de la mañana. No tenía ganas de levantarme y, por lo que veo, Steven tampoco, ya que sólo se dedica a cerrar los ojos. Sonreí al verlo.

—Quisiera poder quedarme aquí todo el bendito día —decía él con su embriagadora y sexy voz ronca, sin abrir sus ojos; suspiré—.

—Yo también, niño —dije para que luego él abra, apenas, sus párpados y me mire; lo miro y suelto una leve risa—.

—Diría que no me gusta que me digas niño, pero no quiero arruinar el momento —decía él para luego depositar un beso en mi cabello—. Tendremos que levantarnos algún día, ¿no lo crees? —lo miro y luego suspiro—.

—Lo creo, sí, pero… —lo abracé más fuerte— no estaría mal que nos demos un gusto, ¿o sí? —fijé mi mirada en él y alcé una ceja; Steven sonríe—.

—Sólo por unos minutos más —me besa en los labios—, ¿está bien?

—Está bien.

Suspiro y llevo mi cabeza a su hombro, aspirando su aroma. Me abrazo a su pecho y deposito un beso en su cuello, pudiendo visualizar cómo su piel se eriza. Sonrío. Estiro mi brazo y llevo mi mano a su cabello, enredando mis dedos en sus mechones marrones oscuros, tironeándolos suavemente.

Steven lleva sus dedos a mi mejilla y la acaricia suavemente, mientras yo acomodo mi cabeza en su hombro y rozo mis labios en su piel. Éste voltea su cabeza y me besa con suavidad, para luego ir intensificando el beso a medida que iba aumentando la velocidad en los movimientos de sus labios, haciendo que mis mejillas ardieran como nunca antes, pero me importa un carajo.

Luego de que pasaran unos minutos, nos apartamos. Steven se sienta en el colchón y se recuesta en la pared, mientras que yo me acuesto boca arriba, tapando mis pechos con la sábana blanca. Volteo un poco mi cabeza y elevo mi vista hacia él, quien se encuentra mirándome con una sonrisa dibujada en su rostro.

Al rato, me acomodo en el colchón mientras apretaba la sábana blanca contra mis pechos cubriéndolos; apoyo mi cabeza en su hombro y aspiro su aroma a la vez que deposito un beso en su cuello, en donde puedo visualizar que su piel se eriza. Sonrío.

Un trato es un trato. «MAS#2». [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora