Capítulo 3.

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Martes. 6:15 am. Me despierto de golpe y con sumo terror al escuchar un despertador que tenía como sonido una sierra eléctrica funcionando. ¡¿Qué clase de alarma es esa?!

Hago un movimiento brusco en mi cama y me caí de la misma, mientras ese sonido horrible al que llamo "despertador" sigue sonando. Me tapo los oídos y veo, desde abajo, que Sarah se despierta tranquilamente y apaga su alarma. La miro extrañada; después de semejante sonido, ¡¿ella se despierta así, tan tranquila?! Esta chica ya me está comenzando a asustar...

Sarah se refriega los ojos, se despereza, mira a sus costados y luego me ve en el piso. Ella suelta una carcajada mientras yo la miro con los ojos abiertos como platos, inhalando y exhalando aire por la boca.

—¡¿Qué... clase... de... despertador... es... ESE?! —dije, todavía espantada; Sarah se encoge de hombros—.

—Es mi despertador. Si pongo otro, no me despierto —dice ella mientras se levanta de su cama y se dirige al baño—. Ahora me voy al baño y mínimo tardaré media hora, ¿está bien?

Sarah cierra la puerta del baño y hace sus cosas, mientras que yo sigo en el suelo, tratando de olvidar el sonido de la sierra eléctrica que Sarah usa como despertador que está atormentando mi cabeza.

En fin, me levanté del piso, me dirigí al armario en donde acomodé mi ropa y elegí lo que suelo usar siempre: una blusa blanca (es la primera vez que decido usar blanco), un jean negro con roturas en las rodillas y unas zapatillas negras con franjas blancas. Si se preguntan por qué no elegí usar un gorrito, es que... estoy tratando de dejar de lado un poco mi estilo hipster que solía usar en secundaria, pero no lo consigo. Además, en esta universidad, no nos permiten usar gorros (son muy estrictos aunque no parezcan).

Bueno, me cambié, veo la hora en mi celular y son las 6:30. Ok, faltan quince minutos para que Sarah salga del baño, así que haré la tarea que me quedó pendiente así el tiempo pasa más lento. Abro mi carpeta, busco la asignatura "Ciencias" y veo que la tarea está terminada. Ok, a eso se le llama suerte, pero quiero matar el tiempo, así que revisaré si tengo otra tarea pendiente. Veo y parece que ya hice todas mis tareas. Ok, ¡¿ahora se me ocurre hacer todas las tareas?!

Saqué mi celular y me dispuse a navegar por internet. Al rato veo que no tengo conexión a internet y, para colmo, mi celular se queda sin batería. Ok, esta mañana no puede empezar mejor (nótese mi sarcasmo).

Me tumbé en mi cama, me quedo boca arriba mirando el techo mientras me vienen a la cabeza un millón de recuerdos; unos tristes, otros alegres, algunos divertidos, otros que quisiera borrar, etc. Apoyo mis manos en mi rostro cuando se me viene a mi cabeza el recuerdo de Bryan, agarrando un palo... de ese día en donde quedé totalmente inconsciente por más de medio año. Me brotan lágrimas de los ojos y me las seco con mis manos. Trago fuerte saliva y suelto un suspiro; cierro bien fuerte mis ojos para tratar de olvidar ese recuerdo, o mejor dicho, pesadilla.

Al rato, veo que Sarah sale del baño, totalmente arreglada, peinada y maquillada. Wau, yo para estar así arreglada tendría que estar más de cinco horas en el baño.

—Todo tuyo —decía ella mientras se acercaba al armario y sacaba su ropa—.

La miré por unos segundos, me encogí de hombros y me fui directo al baño a hacer lo que hago siempre: cepillarme los dientes, arreglarme, un poco, el cabello y ponerme algo de delineador, rímel y un poco de brillo en los labios. Hace poco se me dio por usar maquillaje, pero no tanto, sólo lo básico.

Salí del baño y Sarah ya estaba arreglada: usaba un top negro, una remera rosada arriba del mismo, un jean azul algo apretado y unos tacos altos color blanco. Abrí grandes los ojos; parece como si estuviese por ir a una fiesta.

Un trato es un trato. «MAS#2». [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora