Capítulo 20.

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Sábado. 1:15 pm. Me encontraba en el campus, sentada en el césped. No había ido a almorzar, ya que me sentía bastante mal como para comer, además de que mi estómago no tenía ganas de recibir sólidos, porque de tan sólo pensar en comida... se me revuelve el estómago. Qué raro... casi nunca me pasa esto. . .

Para variar, las clases pasaban a la velocidad de cómo camina una tortuga. El profesor de Historia se la pasaba hablando y hablando y, para colmo, antes de que inicie la hora, éste se dedicaba a entregarnos los exámenes de la semana pasada. Así que... ¿adivinen quién se sacó una F en Historia? Ni se imaginan lo feliz que estoy (nótese mi sarcasmo). Nunca he sido buena en ésta asignatura y creo que no tengo remedio.

Después de Historia, venía Ciencias, y para más buena suerte, tenía que respirar el mismo aire que Summer y Steven, ya que con ellos tengo Ciencias. Me tuve que sentar en otro lugar, porque siempre me sentaba al lado de ellos, pero como no quiero ni verlos... pues bueno...

... lo raro de todo esto es que éstos dos ni siquiera se saludaban, ¡y tampoco se sentaron juntos! Estaban en filas diferentes a muy poca distancia, pero ni se miraban.

"Sí, claro, porque les conviene. . .", decía esa misma voz en mi mente. Estaba a punto de reprimirla de inmediato, pero no lo hago, dado a que tiene toda la razón del mundo. Es en este momento en donde se me viene la duda de quién será esa voz que siempre anda taladrando mi cabeza; la mía no puede ser, ya que no suelo ser tan chillona (bueno... a veces, sí)... ok, eso es lo que menos importa ahora.

Lo que me sorprende de mí en estos días es que no estoy prestando atención a clases... ¡y ni siquiera a mi asignatura favorita, que es Ciencias! Siempre que los profesores me piden que responda algo en voz alta, me quedo muda o les respondo con un simple "no sé". Me la paso mirando a la ventana o el suelo, imaginando cosas imposibles de que pasen. ¡Hasta he entregado unos tres exámenes en blanco! Dios, temo que repetiré este año.

Nunca he sido tan irresponsable como lo estoy siendo en estos momentos y, para variar, yo estaba caminando por el pasillo en el segundo recreo, cuando me encuentro con mi profesor de Matemáticas, en donde éste me entrega mi examen. No me sorprendí al ver una enorme F escrita con rojo en mi hoja, dado a que no he puesto nada de nada... y no es sólo porque no estudié, sino también porque no tenía ganas de nada.

—Señorita Jones, en serio que me sorprende tu desempeño en estos días —me decía el profesor de Matemáticas, en donde podía notar un poco de decepción en su rostro—. No sólo me sorprende, sino que también me decepciona.

Yo miraba al suelo tanto apenada como decepcionada de mí misma. ¿Qué carajos ocurre conmigo?

—¿Algo para decir? —me quedé unos segundos en silencio hasta poder pronunciar algunas palabras—.

—N-No he estudiado —fue lo único que logré balbucear—.

—Has entregado tres exámenes en blanco en tres asignaturas diferentes, y no creo que sólo sea porque no has estudiado —gruñía él, algo irritado—. ¿Tienes algún problema? Porque si es así, te puedo enviar con la psicóloga de la universidad —alcé mi vista a la vez que negaba lentamente con la cabeza, haciendo que éste dibuje una mueca en sus labios—.

—Simplemente... —suspiro— es eso. Es falta de estudio, nada más. ¡Pero puedo mejorar, lo juro! —éste rueda sus ojos—.

—Lo mismo le has dicho a tus otros dos profesores y a mí, y ya no creo que funcione esa simple excusa —miro al suelo; el profesor suspira—. Lamentablemente te tengo que informar que tu rendimiento está muy bajo del promedio y estás a un paso de repetir éste año —alzo mi vista a la vez que abro mis ojos como platos—.

Un trato es un trato. «MAS#2». [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora