XII

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8:00pm
Mansión de Sir Reginald Hargrevees. 1962.

Era las 8:00pm, la hora que Hargrevees me dijo que estuviera lista.

Esperaba en la puerta de la entrada pacientemente por mi padre.

— ¿Escabullendonos por la noche muñeca?—

Di la vuelta hacia la sala, los dos Black estaban parados en la entrada de la sala, curiosos aunque más bien siendo chismosos.

— Ah, mis cachorros favoritos — dije cruzandome de hombros, sonriéndole a los hermanos.

— ¿Que haces con tu abrigo puesto?—

Me preguntó Maxime, frunciendo el ceño mirándome de pies a cabeza.

Al parecer ellos no estaban al tanto de que Hargrevees me había pedido acompañarlo a la fábrica.

— Hargrevees me pidió que lo acompañara a la fábrica —

Ethan levantó una ceja, creyendo que le mentía y solo quería escabullirme cómo la “Adolescente rebelde” que creía que era.

— No lo sé, a mí me parece que quieres salir a causar problemas y estabas por invitarme — sonrió del lado mostrando un poco sus dientes.

Él creía que yo me comportaba excesivamente mustia pues me comportaba de una forma demasiado adulta para mí supuesta edad.

Solamente escondía a una adolescente rebelde, según Ethan.

— No voy a tener esa conversación contigo de nuevo pulgoso —

Dije resoplando al mismo tiempo que sonreía.

— Ya sabes cómo es. Él en realidad es el rebelde que quiere causar problemas y también invitarte a salir pero es muy miedoso para hacerlo — Máxime me ayudó burlándose de su hermano.

Las dos empezamos a reír pues Ethan empezaba a tener más color en las mejillas de la nada.

— ¡Hey! dejen de reír eso no es
verdad — Ethan estaba entrando en pánico cómo cualquier adolescente cuando le dicen sus verdades.

— Es muy tierno de su parte pero yo ya tengo a mi chico —

A los dos hermanos casi se les cae la mandíbula de la impresión.

— ¿Están bien? ¿Hola? — empecé a reir a causa de sus expresiones.

Máxime eufórica empezó a pedirme que le contara todo casi dando pequeños brincos.

— Bueno ese chico debería tener más cuidado pues hay un lobo de
casería —

Ethan relajado se despeinó un poco el cabello intentando verse “genial y rudo” caminando a otra parte de la sala.

Sí tan solo supiera quien era, creo que se lo pensaría dos veces.

Pasos fuertes y secos se escuchaban en las escaleras, haciendo que Máxime y yo guardaramos silencio.

Reginald Hargrevees con un maletín pequeño, vestido elegante cómo siempre bajó las escaleras, revisando un reloj de bolsillo que tras un segundo,guardó.

El diario de Cero.H Vol. 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora