Capítulo 1

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Dolor de madre

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Hace 73 años para ser exactos, ocurrió una guerra. Una guerra que marcó un antes y un después en el reino de Yggdrasil, un reino que era equilibrado por la magia y el humano, pero aquélla unión fue destruida. Pues si algo caracteriza al ser humano es la avaricia.

La historia a diferencia de muchas otras no es contada, o más bien, aquéllos que la vivieron en carne y hueso no están vivos para contarla o escribirla. Son carentes aquéllos que lo saben fuera del reino y sus bocas están cerradas por el mismísimo rey y el miedo.

Pero si algo todos saben es que relacionarse con la magia está prohibido. Y aquéllos que se les descubra practicando su arte o relacionándose con seres mágicos serán ejecutados, al menos eso es lo que piensan, pues esas personas desaparecen sin dejar rastro al final.

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El desgarrador grito de Farbauti resonó por todo el vacío mientras sus rodillas fallaban y caía en estas al suelo. El dolor fue arrebatador, como si un pedazo de su alma hubiera sido arrancada. Se lo habían arrebatado. A su amado hijo, otro que no pudo proteger; un dolor que solo una madre podía sentir.

Se prometió cuidar a Loki con su vida, hubiera dado la suya si hubiera podido. Hubiera dado cualquier cosa con tal de asegurar que su hijo jamás volviera a entrar a ese lugar...

Los aldeanos a su alrededor le miraron sin poder decir o hacer cualquier cosa, sin más, poco a poco se dispersaron y volvieron a su hogar. Después de todo, Farbauti no había sido la única que había perdido un hijo. Aunque ella lo sentía así.

La siguiente semana fue una temporada de luto para el pueblo del Norte. Aunque las cosas habían vuelto a la normalidad en el cielo, seguían llegando consecuencia por lo ocurrido; las cosechas se pudrieron y la fertilidad de los suelos desapareció.

Las reconstrucciones en el pueblo seguían en progreso sin muchos ánimos. Al final, aquellas madres que habían perdido a sus hijos seguían trayendo la culpa y el dolor a los corazones de los aldeanos.

Sólo eran jovenes por muchas cosas por vivir. Y ahora, ni siquiera tumbas podrían llevar sus nombres.

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Una vez que Farbauti logró zafarse del agarré de los campesinos corrió hacía el bosque pero no pudo cruzar. Una runa apareció y se grabo en cada árbol en la frontera del bosque, creando así, una barrera mágica.

Ahí fue cuando cayó de rodillas ante el nuevo muro, llorando de manera incontenible, rogando con desgarradores gritos que le regresará a su hijo. Él no merecía nada de lo que había pasado.

Pero sabía porque había sido tomado. Y la culpa en el alma le caló como mil cuchillas. Tarde o temprano ese día llegaría, pero no estaba lista para que lo tomara, no quería que lo tomara.

Todo esto se origino a base de la inocente busqueda de aventura juvenil.

Había una pandilla conformada por cinco desastrosos y rebeldes jovenes. Siempre queriendo llevar sus travesuras más allá. Pero siempre hay un límite, un límite que sobrepasaron.

Fueron arrastrados al bosque pagando con sus vida. Pero no se quedaron las cosas así, unas simples vidas no podían pagar su crimen, no era un trato equivalente. La vieja Erna sabía eso, y sabía que tomaría a varios inocentes.

No es un Amante quien no ama para SiempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora