Me levanté aquella mañana
cuando mis lágrimas
aun dormían sobre mi almohada
después de la fatídica noche
que habíamos pasado
estarían cansadas
me miré al espejo como cada día
y observé detenidamente
cada una de mis imperfecciones
esperando que tras tanto mirarlas
se volvieran perfectas
pero no fue asíme acerqué al salón
y ví
que tú aun dormías en el sofá
tras la discusión de ayer
ni te atreviste a entrar a la habitación
decidiste huir
y dejar que los problemas
se arreglaran solos
nada nuevo por tu parte
pero lo que parecías no saber
es que los problemas no se arreglaban
a pesar de que yo pasara
toda la noche intentándolote observé fijamente
como si de un animal salvaje se tratase
y me replantee
como podías causar
aquellas tormentas en mi cabeza
pues solías ser peor que un arma blanca
aun más dañina que la droga mas letal
pues dejabas tales heridas en mi
que ni siquiera el terrible mono
conseguía hacerlas olvidardecidí dejarte durmiendo
supongo que tú tampoco habrías tenido
una de tus mejores noches
el sofá no es especialmente cómodome tomé un café como cada mañana
mirando a la nada
y replanteándome mi existencia
con las mejillas aun tersas
por las lágrimas secas
de la noche anteriorrecordé aquellas promesas
que cada noche
juraba ante el espejo
que esa noche no iba a ser como todas
que iba a hacer oídos sordos
a esa voz
que tanto se parecia a la tuya
que me destruía lentamente
y me recordaba
aquellas desdichas
que ahora llevaban tu nombre