Lo único que podía escuchar era esa voz repitiendo una y otra vez aquello que me hacía más débil
En ese momento, la oscuridad se apoderaba de mi, la respiración se volvía más agitada y mis lágrimas corrían rápidas por mis mejillas como si de una carrera se tratase
Y qué podía hacer para frenarlo?
Nada
Esa siempre era la respuesta
Nada
Así que supongo que aprendí a esconderlo deseaba esconderlo tan bien, que quizás algún día no lo volvería a encontrar