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— Juli esos nenes te pidieron foto — le dijo Martina a su novio. Su tono de voz era dulce y lo acompañaba con las caricias que dejaba con la yema de sus dedos en la mano de Gonzalo.

— Sí los escuché — contestó sin más. Martina lo miró entre sorprendida e incrédula.

— ¿Y por qué no te la sacaste?

Gonzalo dejó de caminar y soltó la mano de su novia. — ¡Porque se me dió la gana de ignorarlos, Martina! ¿Podés dejar de ser tan densa? ¡Andá a sacarte la foto vos con los pendejos de mierda si tantas ganas tenés!

Luego de gritar aquello siguió caminando pero mucho más apurado. Martina se quedó helada en su lugar asimilando lo que acababa de pasar. El Gonzalo que ella conoció en aquel almuerzo era el más feliz del mundo cuando alguien le pedía alguna foto, especialmente si eran niños pequeños porque a él le gustaban mucho. Pero desde hace unos meses, cuando Bizarrap empezó a ser muy escuchado en casi todos los países del mundo, cuando el dinero empezó a llegar de millones y cada vez más artistas querían trabajar con él, Martina sentía que ya no estaba con su Julián sino que estaba con una versión petulante, agrandada y muy desagradable de Bizarrap.

La morocha respiró hondo antes de dar media vuelta y regresar por donde venía para ir hasta la avenida y tomar un taxi. No aguantaría esos malos tratos, ya no más.

ADEMÁS DE MÍ • Bizarrap.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora