007.

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2 días después.

— Ay Mar... sabés que no estoy de acuerdo con esto — murmuró Mari desde el otro lado de la línea.

Martina suspiró mientras admiraba el hermoso paisaje que tenía en frente. — Ya sé, Mari, pero mi corazón me lo pedía...

La menor suspiró antes de despedirse de su amiga y desearle suerte. La llamada terminó y ambas jóvenes se quedaron unos segundos simplemente pensando.

María no estaba de acuerdo con la decisión de Martina. Al día siguiente del estreno de Ella Dice, Mar armó una valija y se fue junto a Gonzalo a una mini escapada a los valles de Tucumán, más precisamente a Tafi. Había estado ahí en dos ocasiones cuando estaba en el secundario y tenía recuerdos de lo hermoso y tranquilo que era, y eso era justamente lo que ellos necesitaban. Tranquilidad y alejarse del mundo.

Martina continuó mirando el paisaje de pie en una colina que había en el hotel donde paraban, estaba esperando a Gonzalo para ir a cenar por ahí. Sabía que ese viaje no me haría del todo bien a su corazón pero este le pedía a gritos unos últimos días con el amor de su vida, su cuerpo igual lo hacía. Y cuando se trata del corazón Martina es débil, así que ni siquiera lo dudó.

Gonza iba saliendo del hotel cuando vio en aquella colina en la que había pasado la tarde tomando mates con Mar, a su novia de pie mirando a la ciudad. Estaba un poco de perfil así que pudo admirar la belleza de su rostro y, pese a la distancia y a la iluminación tenue, pudo ver su semblante un poco triste lo cual hizo que se le estrujara el corazón. Sí, Gonzalo era un hijo de puta e infiel, pero la dueña de su corazón sería siempre Mar, jamás había sentido algo igual de fuerte por otra persona, ella había sido su primera vez en muchas cosas, en muchos sentimientos y emociones, y aunque se sentía culpable por andar con otra a sus espaldas, él era débil, su cuerpo era débil y no podía evitar caer en la tentación una y otra vez bajo los encantos de la española.

Gonzalo rodeó la cintura de su novia con sus brazos y apoyó su mentón en el hombro de la chica. Ella sonrió de lado al sentir aquel perfume, aquel abrazo y aquel calor tan particular que amaba mucho.

— ¿Estás listo? — preguntó. Gonza hizo un sonido afirmativo y Mar se giró entre los brazos del morocho para quedar frente a frente. Aún con su pequeña sonrisa, la castaña se puso en puntas de pie para besar a su novio, quien gustoso aceptó aquel roce de labios.

Tomados de las manos se dirigieron a la entrada del hotel donde los esperaba un remis que ellos habían pedido. Sí, ahí se les llama remis a los taxis, no sé bien por qué.

Cenaron en un restaurante del centro de la villa, tomaron vino y se rieron mucho. Ambos estaban felices y no podían despegarse, parecían dos imanes atrayendose sin poder evitarlo. Ambos habían extrañado muchísimo el tiempo así, juntos y sin preocupaciones o extras.

Después de cenar caminaron de la mano por el centro, no era tan grande pero dieron unas cuantas vueltas mientras charlaban y recordaban algunas historias juntos. Parecían aquello que eran al comienzo de su relación: dos jóvenes locos de amor el uno por el otro. Aún lo eran pero habían muchos secretos y dolores de por medio.

Llegados al hotel fueron a su habitación y, tras unas miraditas, sus bocas se juntaron y se besaron con todo el amor y la pasión que hacía rato no estaba presente en la relación.

Gonza llevó sus manos a los muslos de Mar y ella saltó para entrelazar sus piernas en las caderas de su novio, sus bocas no dejaban de moverse en sincronía perfecta a la vez que las manos de la castaña recorrían todo lo que podían del cuerpo del morocho. Gonzalo caminó hasta la cama y se dejó caer ahí, quedando sentado y con Martina a horcajadas sobre él. Se besaron como hacía rato no lo hacían, sus manos recorrían traviesas el cuerpo del otro, traviesas y desesperadas. Martina le sacó la campera a Gonzalo y rápido fue a hacer lo mismo con el buzo y la remera del chico, pero él la frenó poniendo sus manos sobre las de ella.

— Pará, mi amor, tenemos mucho tiempo — murmuró sobre sus labios. Mar sintió un nudo en la garganta.

"Mucho tiempo"... Ay Juli, si supieras que no nos queda nada.

Ella asintió y volvió a besar a su novio, esta vez de una forma más tranquila y pausada, pero muy deseosa. Se movió encima de las piernas de él y ya sentía cómo el bulto iba creciendo y poniéndose cada vez más duro, lo que la hizo soltar un gemido que fue acallado con los besos de Gonzalo.

Gonzalo se puso de pie y empujó despacio a Martina sobre la cama para que ella quedase acostada con la espalda sobre el colchón. Se inclinó sobre el cuerpo de su novia para dejar un beso húmedo y bastante deseoso sobre sus labios, luego empezó a repartir muchos besos a lo largo de su cuello a la vez que sus manos acariciaban con suavidad el cuerpo de la chica aún con la tela de por medio. Poco a poco Gonzalo fue sacando la ropa de Mar y la suya propia hasta que ambos estuvieron desnudos, y la hizo suya una vez más. Le hizo el amor con muchísimo cariño, se aseguró de que no quedara ni una parte de su cuerpo sin ser besado o acariciado, quería hacerla sentir tan hermosa como él la veía, tan única y especial.

Por su lado, Martina disfrutaba de aquello como nunca antes, llegó a sentirse muy amada por aquel chico al cual podía llamar con muchísima seguridad el amor de su vida. Pero en el fondo sabía la verdad, era consciente de que sus manos ya no la tocaban solo a ella, que esos labios no se guardaban solo para los suyos.

Ambos chicos se permitieron disfrutar y pretender que solo existían ellos dos en el mundo. Nadie más que ellos dos.


Al igual que con el cap anterior, no actualizo hasta llegar a los 15 votos.

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