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Felix observó el pequeño y delicado anillo en la palma de su mano, éste brillaba con el sol que apuntaba en su dirección y parecía ser más hermoso de lo que ya era. Sonrió de felicidad. Hace unos meses se había dado por vencido, realmente creyó que lo perdió por completo, ¿quién diría que estaba en la casa de Changbin?

Era gracioso, sólo estuvo una vez en ese lugar, sin embargo, al parecer, su corazón no fue lo único que se quiso quedar allí.

─Gracias... ─no podía dejar de mirarlo─. Mi madre estará muy feliz ─dijo, también demostrando su felicidad con una sonrisa que se convirtió en una graciosa mueca─, después de colgarme del balcón. Por supuesto.

Changbin hizo un gesto gracioso.

─Es el poder de las madres, después de todo.

Felix asintió, soltando una pequeña risita.

─Sí, soy más alto que ella y apuesto que más fuerte, pero puede lanzarme una mirada y siento que muero ─volvió a reír y elevó su rostro─. Gracias, otra vez.

─Es tuyo ─elevó los hombros y observó con más detenimiento el rostro de Felix; desde su cabello anaranjado, luego sus pequeños ojos miel, las pecas que pintaban sus mejillas y los labios rosados. Sus pestañas eran largas y oscuras, le gustaba como se veían cuando sus párpados se abrían y cerraban. Pero, desde luego, las manchitas café, serían sus favoritas hasta que encontrara a otra persona que las luciera tan bien como él─. Es tuyo, ¿verdad? ─repitió, pestañeando varias veces.

¿Acababa de perderse en los detalles de Lee Felix?

─¡Claro que sí! ─el australiano exclamó con una felicidad que no tenía ni idea de dónde había salido.

Iba a decir algo más, pero entonces, un par de voces lo distrajeron. Y en cuanto buscó con su mirada, no le sorprendió encontrarse a Jaemin y Jeno al final de las escaleras.

Discutiendo.

Ambos estaban de frente, Jaemin de brazos cruzados y con el ceño levemente fruncido, mientras que Jeno lucía despreocupado, pero sus manos estaban palmeando los bolsillos de su pantalón, posiblemente buscando algún cigarrillo que se deshiciera de la ansiedad que parecía querer comérselo vivo. Por Dios, ¿cuándo iba a entender que con esa facha no engañaba a nadie más que a sí mismo?

─Deberías dejarlos ser ─dijo Changbin en cuánto notó hacia donde iba su mirada.

─Me asusta y me sorprende al mismo tiempo ─se sinceró. Felix tenía muy claro que la solución a todo no era andar pendiente a Jeno como si todavía fuera un niño al que el mundo le negó la felicidad, pero tampoco sabía cómo dejar de preocuparse, si seguía siendo muy frágil─. Tampoco sé qué es lo que intenta Jaemin.

─Nada malo, te lo puedo asegurar.

─Es extraño que suenes tan seguro. Ni siquiera yo puedo averiguar qué sucede en la cabeza de Jeno.

Cuando Changbin veía a Jeno, sólo podía recordar a una persona solitaria que se olvidaba de que existían otros seres humanos en la tierra, y a la misma vez, que andaba pendiente a los ojos que lo tenían en la mira. Era mucho más fácil de leer de lo que parecía.

─¿Por qué no dejas de preocuparte? ─preguntó, negando con la cabeza─. Tienen dieciocho años, lo que suceda, será responsabilidad de ellos y nadie más. No entiendo por qué quieres llevar ese peso en los hombros.

Tenía razón, sí, Changbin siempre tenía razón.

Suspirando, volvió a conectar sus ojos con los del chico frente a él. Era atrapante la manera en que brillaban y se volvían pequeños cuando le sonreía. Como su cabello negro siempre se encontraba peinado hacia el mismo lado, sin que ni un solo cabello se escapara. Como se notaba suave incluso a kilómetros, y como le enamoraba hasta las pequeñas cicatrices que se repartían por sus brazos. Todavía no encontraba algo que no le gustara de Seo Changbin y, de cierta forma, le aterraba.

Rebel Babies (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora