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─¿Por qué te gusta el sexo? ─se atrevió a preguntar, observando cada detalle en el perfil de Jeno.

El rubio pareció pensárselo, mientras le daba una calada al cigarrillo entre sus dedos y expulsaba el tóxico humo que tenía la habitación bañada en su particular olor.

─¿Por qué te gusta a ti?

Jaemin bufó, no esperaba otra pregunta a la suya, pero si era sincero, él tampoco lo había aclarado del todo. De hecho, olvidó la última vez que tuvo sexo con una persona que compartiera sentimientos, hace muchísimo tiempo dejó de tener valor. ¿Y para qué? No buscaba romantizar un acto que no tenía absolutamente nada de romántico. Pero podía asegurar que las veces que fue por amor se sentía un poco mejor.

Quizás era su absurda necesidad de tener a alguien a su lado, quizás se la pasó teniendo sexo para buscar pareja y se olvidó de disfrutar. Tal vez, probablemente, sólo le temía un poco a la soledad.

─Porque siento que estoy llenando un espacio, supongo.

─Exacto.

Suspirando, se dejó caer en la cama una vez más. Su cabeza daba mil vueltas por segundo, sin ningún tipo de descanso. No entendía por qué de repente le importaba tanto la vida de Lee Jeno, como si él fuera la persona indicada para interesarse.

Dios, que estupidez. Pensó, negando con la cabeza. ¿Qué tan mal tenía que estar para siquiera considerarlo?

Quería golpearse contra el colchón hasta que entendiera, hasta que su cerebro se diera cuenta que habían cosas que simplemente no necesitaba saber. Que, aunque deseara tener el conocimiento del más pequeño detalle, no le favorecía en ningún aspecto.

El sonido de una llamada lo hizo incorporarse. Una llamada que no le pertenecía a él, por supuesto.

Jeno, lamento molestarte... ─Jaemin no tardó en reconocer la ahogada voz al otro lado del móvil; sus labios formaron una línea y tuvo que concentrarse en mirar la pared para no quitarlo de las manos de Jeno y lanzarlo al suelo, sin embargo, las siguientes palabras lo hicieron fruncir el ceño─. ¡Es Jaemin, me volvió  a hablar!

Ambos rostros se deformaron totalmente, pero el de Jeno parecía estar confundido y dudoso, como si no tuviera la seguridad completa de en quién creer.

Tomó el celular que se encontraba en la mesita de noche junto a su cama y, sin dudarlo más, abrió todas sus redes sociales, dejándolo justo en sus chats recientes. No había ningún Renjun allí, unas cuantas semanas pasaron desde la última vez que hablaron, aquella donde Jaemin lo envió a la mismísima mierda y seguido eliminó la conversación porque no quería nada que le recordara a su antiguo noviazgo. Iba a entregarle el celular a Jeno, no era justo para ninguno de los dos, pero entonces, su mano tembló. Escuchando la voz desesperada de Renjun y viendo el rostro afligido de Jeno.

No quería...

¿Por qué no quería hacerlo? ¡La oportunidad para demostrar su inocencia estaba justo en sus palmas! No obstante, su corazón dolió y se recordó a sí mismo, meses atrás, llorando y por poco suplicando para que, la persona en la que más confiaba, no le estuviera fallando. Podía ver como Jeno tragaba saliva y buscaba la cajetilla de cigarros sobre la cama; iba a ver como se le desmonoraba su pequeño mundo. Y no sería para nada agradable.

Apretó el celular en su pecho. Jeno vivía en una mentira, pero al menos, esa mentira lo hacía feliz, ¿no?

Él se sentía cómodo con Renjun, y aunque toda su amistad era a base de engaños, Jaemin no se creía el más valiente para explotar su burbuja de vida perfecta y obligarlo a afrontar la realidad. Era algo que iba a suceder algún día, inevitablemente, sin embargo, le asustaba ser el responsable de todo ese doloroso proceso. Le asustaba ser el detonante que terminara dañando a Jeno.

Rebel Babies (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora