– ¿Qué día es hoy?
Coloqué mi mano izquierda enguantada sobre mi cadera. Bueno, eso intenté, ya que mi chaquetón verde bosque, el suéter crema y demás ropa interior que llevaba, evitaba que hiciera si quiera contacto. Mi mano derecha sostenía en alto una bola de nieve deforme, pero bien grande, seguro que hacía daño. Alcé una ceja mirándole fijamente. Se me estaba congelando la nariz y los mofletes, los labios los tenía embadurnados en vaselina para evitar cortes.
– ¿Hoy? Esto… –nervioso.
– ¿No lo sabes?
Alcé una ceja de manera acusadora. Él sonreía de manera nerviosa y se rascaba la nuca. Tenía las orejas y las mejillas rojas por el frío y los labios algo morados. Junto entre sí sus manos enguantadas, disimulando mientras se agachaba para tomar nieve. Quise lanzarle la bola rauda, pero él me lanzó nieve a traición a supuestamente la cara, ya que se quedó a mitad camino. Gritó como un loco, empezó a correr torpe aún en cuclillas y me reí. Salí corriendo tras él y cuando lancé la bola, esta se fue más lejos de donde quería que fuera a parar.
– ¡Qué manca!
Se empezó a reír cual loco, entonces yo aproveché para pegarme un sprint y me lancé sobre su espalda. Él gritó asustado y acabamos en el suelo, estampados. Parecíamos dos fetos sobre la nieve. Él encogido como si fuera un T-Rex gigante derrotado y yo agarrada a su espalda con manos y piernas como una lapa. Algunos noruegos que pasaban nos miraban muy raro, otros se reían y los niños, por su parte, nos miraban con curiosidad.
–Quédate quieto, tal vez así no nos vean –susurré en su oreja.
Y así hicimos, nos quedamos quietos, pero empecé a tener frío y me incorporé con su ayuda. Estaba helada, y de nuevo, los estornudos. Cuando empecé a estornudar, puse mi cara de ir a morirme con el estornudo que iba a soltar.
– ¡Uno! … ¡Dos! ¡Tres! ¡Cuatro! … ¡Cinco! … Venga, dame otro nena, dámelo.
Pero no llegó el sexto. El capullo de Rubén siempre se ponía a contar mis estornudos a ver si conseguía superar mi propio record. Le miré de reojo, odiándole, para después sacar un paquete de pañuelos del bolsillo del chaquetón. Me soné la nariz y suspiré.
–Salud. Pero igualmente, la última vez fueron cuatro… Y tu récord es seis. ¡No te me eches para atrás!
–Me moriré de sobredosis de estornudos por tu culpa.
–Lo hago por tu bien.
–Cutre entrenador.
Guardé el pañuelo usado y luego le tendí otro pañuelo a Rubén, ya que él también estornudó. Aunque fuera de aquí, era humano. Me abracé a él, para que después él también me rodeara y apoyara la cabeza sobre la mía, así nos dábamos calor.
– ¿Por qué hemos tenido que venir en Invierno?
–Por que está más bonito y nevado.
–Puta nieve, puto frío, puto… –me estampó contra su pecho ahogándome.
– ¡No insultes a mi tierra! ¡Por que es mi tierra!
Empecé a hacer ruidos raros, colocando mis manos a cada lado de su torso para poder separarme, pero el capullo seguía soltando gilipolleces sobre cuanto amaba a Noruega y bla, bla. ¡Necesitaba aire! ¿Por qué siempre me quería ahogar? Parecía que era su plan todo el tiempo, el matarme ahogada. Entonces bajé una de mis manos como pude y le agarré la entrepierna. En respuesta me soltó, gritando y tapándose dolorido.
– ¿Por… Qué lo has hecho? –gimió dolido.
–Me estabas clavando la cremallera del chaquetón. Y me estaba ahogando, de nuevo.
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Serendipia (Fanfic elrubius)
FanficUna serendipia es un descubrimiento o un hallazgo afortunado e inesperado que se produce cuando se está buscando otra cosa distinta. También puede referirse a la habilidad de un sujeto para reconocer que ha hecho un descubrimiento importante aunque...