"polifemo casi se convierte en mi cuñado"

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──── CAPÍTULO DIEZ:

Polifemo casi se convierte en mi cuñado

Polifemo casi se convierte en mi cuñado

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(camille avery)

La isla del cíclope no era nada a lo que yo esperaba, había un puente de cuerdas sobre un abismo, lo cual no era buena señal. Venía a ser lo mismo que poner una valla publicitaria que advirtiese: «Algo maligno vive aquí» . Pero el lugar, aparte de eso, parecía una postal caribeña. Tenía prados verdes, árboles de frutas tropicales y playas de arena blanquísima.

Mientras navegábamos hacia la orilla, Annabeth inspiró profundamente aquel aire perfumado.

—El Vellocino de Oro —dijo.

Estuve de acuerdo con ella. No lo veía aún, pero percibía su poder. Ahora sí podía creer que el Vellocino era capaz de curar cualquier cosa, incluso el árbol envenenado de Thalia.

—¿Se morirá la isla si nos lo llevamos?

Annabeth meneó la cabeza.

—Perderá su exuberancia, eso sí. Y volverá a su estado anterior, fuera cual fuese.

En el prado que había al pie del barranco, se agolpaban varias docenas de ovejas. Parecían pacíficas, aunque eran enormes, tan grandes como hipopótamos. Más allá, un camino subía hacia las colinas. En lo alto de ese camino, cerca del borde del abismo, se levantaba un roble descomunal. Había algo dorado que relucía en sus ramas.

—Esto es demasiado fácil —dijo Percy—. ¿Subimos allí caminando y nos los llevamos?

Annabeth entornó los ojos.

—Se supone que hay un guardián. Un dragón o...

Justo en ese momento surgió entre los arbustos un ciervo. Trotó por el prado, seguramente en busca de pasto, y de repente todas las ovejas se pusieron a balar y se abalanzaron sobre él. Ocurrió tan deprisa que el ciervo se tambaleó y desapareció en un mar de lana y pezuñas. Hubo un revuelo de hierba y mechones de pelaje marrón. Unos segundos más tarde, las ovejas se dispersaron y volvieron a deambular pacíficamente. En el sitio donde había estado el ciervo sólo quedaban un montón de huesos blancos.

Entre los tres nos miramos.

—¿Te sigue pareciendo fácil?— le pregunté sarcásticamente a Percy y él negó con los ojos bien abiertos.

—Son como pirañas —dijo Annabeth.

—Pirañas con lana. ¿Cómo vamos...?

—¡Percy! —Annabeth ahogó un grito y lo agarró del brazo—. Miren.

Señaló hacia la playa, justo debajo del prado, donde un bote había sido arrastrado hasta la arena... El otro bote salvavidas del CSS Birmingham.

𝐓𝐎 𝐓𝐇𝐄 𝐄𝐍𝐃 ☇ 𝐩𝐣𝐨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora