"mision: salvar a annabeth"

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──── CAPÍTULO SEIS:

misión: salvar a Annabeth

misión: salvar a Annabeth

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(camille avery)

El consejo se celebró alrededor de la mesa de ping pong, en la sala de juegos. Dioniso hizo una seña y surgieron bolsas de nachos y galletitas saladas y unas cuantas botellas de vino tinto. Quirón tuvo que recordarle que el vino iba contra las restricciones que le habían impuesto, y que la mayoría de nosotros éramos menores. El señor D suspiró. Chasqueó los dedos y el vino se transformó en Coca Diet. Nadie la probó tampoco.

El señor D y Quirón —ahora en silla de ruedas— se sentaron en un extremo de la mesa. Zoë y Bianca di Angelo, convertida en su asistente personal o algo parecido, ocuparon el otro extremo. Thalia, Grover, Percy y yo nos situamos en el lado derecho y los demás líderes —Beckendorf, Silena Beauregard y los hermanos Stoll—, en el izquierdo.
Zoë abrió la reunión con una nota positiva:

—Esto no tiene sentido.

—¡Nachos! —exclamó Grover, y empezó a agarrar galletitas y pelotas de ping pong a dos manos, y a untarlas con salsa.

—No hay tiempo para charlas —prosiguió Zoë—. Nuestra diosa nos necesita. Las cazadoras hemos de partir de inmediato.

—¿Adónde? —preguntó Quirón.

—¡Al oeste! —dijo Bianca. Era asombroso lo mucho que había cambiado en unos pocos días con las cazadoras. Llevaba el pelo oscuro trenzado como Zoë y recogido de manera que ahora sí podías verle la cara. Tenía un puñado de pecas esparcidas en torno a la nariz, y sus ojos oscuros me recordaban vagamente a los de un personaje famoso, aunque no sabía cuál. Daba la impresión de haber hecho mucho ejercicio y su piel, como la de todas las cazadoras, brillaba levemente como si se hubiera duchado con luz de luna—. Ya has oído la profecía: «Seis buscarán en el oeste a la diosa encadenada». Podemos elegir a seis cazadoras y ponernos en marcha.

—Sí —asintió Zoë—. ¡La han tomado como rehén! Hemos de dar con ella y liberarla.

—Se te olvida algo, como de costumbre —dijo Thalia—. «Campistas y cazadoras prevalecen unidos». Se supone que tenemos que hacerlo entre todos.

—¡No! —exclamó Zoë—. Las cazadoras no han menester vuestra ayuda.

—No «necesitan», querrás decir —refunfuñó Thalia—. Lo del «menester» no se oye desde hace siglos. A ver si te pones al día.

Zoë vaciló, como si estuviera procesando la palabra correcta.

—No precisamos vuestro auxilio —dijo al fin.

Thalia puso los ojos en blanco.

—Olvídalo.

—Me temo que la profecía dice que sí necesitáis nuestra ayuda —terció Quirón—. Campistas y cazadoras deberán colaborar.

𝐓𝐎 𝐓𝐇𝐄 𝐄𝐍𝐃 ☇ 𝐩𝐣𝐨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora