40.- El último en caer

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— Diez días, despertó al décimo día. — susurró Gon observando por la ventanilla de la puerta donde te encontrabas — ¿crees que eso sea buena señal? el exorcista de nen dijo que...

— Shhh... baja la voz. — murmuró Killua poniéndo un dedo sobre los labios de su amigo — Kurapika podría oírte, no queremos arruinarles el momento.

— Me alegro de ver a Kurapika feliz, pero no puedo evitar preocuparme. — confesó Gon recargándose en la pared de en frente — ¿cómo le vamos a decir?

— Se le va a romper el corazón cuando se entere. — dijo Killua cruzándose de brazos.

— O se va a enojar mucho. Olvídalo, Killua, no le diremos. — Resolvió Gon queriendo alejarse de la habitación.

— ¿Y que viva con la mentira de haberse enamorado de...? — decía Killua siendo interrumpido por Gon, quien le cubrió la boca con las manos antes de que soltara algo imprudente y alguien los escuchara. Killua tomó las muñecas de Gon y lo separó volviendo a susurrar. — Si no le decimos, nos quedaremos con muchas dudas, especulamos demasiado sobre ella, necesitamos más información.

Gon sabía que no podían ocultar por siempre lo que habían visto en aquél laboratorio, sobre todo porque parecía tener relación con el asunto de tu hija y tú. Cuando estuvo por aceptar la propuesta de Killua, fueron interrumpidos por Leorio, quien se veía agotado.

— Oigan, ¿alguien quiere hacer un relevo? — señaló hacia la habitación continua donde permanecía Kenya frente a un tablero de ajedrez. Victoriosa por quinta ocasión.

— ¿Te ha ganado una niña de 5 años? eres un sopenco. — se burló Killua.

— ¡Es una genio! no estoy loco. — justificó Leorio asombrado.

— O no sabes jugar y eres mal perdedor. — dijo Killua aún sin creerle.

— Como sea. — Leorio cambió de tema antes de entrar en debate con el albino — ¿qué hace Kurapika?

— Ella despertó y Kurapika se lo dijo. — dijo Gon emocionado.

— ¡¿Enserio?! ¿Y ella qué respondió? — Preguntó Leorio compartiendo el entusiasmo.

— Pues... — pausó Killua aumentando el suspenso y al mismo tiempo borrando la sonrisa de sus amigos.

Momentos antes, Kurapika parecía haber dicho con toda naturalidad algo que en realidad le costaba mucho trabajo siquiera pensar. Incluso desde niño tenía problemas para expresar sus sentimientos, frente a ti se encontraba desarmado y angustiado por dejar salir de su boca aquellas palabras, por más veces que buscaba el momento indicado para decirlo, la situación lo complicaba todo. Era experto en dar discursos largos explicando sus análisis sobre infinidad de temas interesantes, hasta las cosas que parecen aburridas se vuelven intrigantes y emocionantes cuando él lo explica.

En esta ocasión, su corazón casi se detenía tan solo de pronunciar esas palabras, sus mejillas enrojecieron involuntariamente, sus ojos brillaban expresando nervios, nunca iba a tener un momento perfecto para decirlo porque tu respuesta lo preocupaba.

— Lo siento... — Lo miraste intentando deshacer el nudo en tu garganta—  no puedo corresponderte. — te sentías indigna de sus sentimientos sin saber que tu rechazo era una puñalada directa para él — Estuve presa de mi libertad por años, olvidé mi propia humanidad y mi fe. No soy diferente de T-70, fuí un producto en proceso creado para lastimar a los demás, Kurapika... — ni siquiera eras capaz de mirarlo, tu cabello bloqueaba su perfil evitando su reacción, podría estar decepcionado y sólo imaginarlo hizo que las lágrimas resbalaran sin permiso por tus mejillas — ¿cómo puedes amar a alguien tan sucia y rota? no tienes que quedarte conmigo sabiendo eso. Mi infancia fue destruída, mi cuerpo desvirgado y arruinado, soy tan inestable, ni siquiera sé porqué sigo viva. Hiciste todo por mi y yo no tengo nada que darte. — Él permitió que dijeras todo eso, lloraste y expresaste lo insegura que te sentías, cuando recobraste la tranquilidad, notaste que ya no estaba sentado a tu lado.

Se había recostado en el espacio vacío de tu camilla apoyando su cabeza sobre tu hombro derecho, con los ojos cerrados, y las piernas dobladas en tu dirección, escuchabas su respiración y su suave palpitar.

— Mis palabras significan más de lo que esos cerdos querían hacerte creer que valían. Entiendo lo que piensas en este momento pero, amar a una persona no tiene que ver necesariamente con el contacto físico o la atracción sexual, es tan simple como parece — explicaba Kurapika sin abrir sus ojos, sólo haciendo gestos relajados, sonriendo — porque yo te amaba desde que supe que existías, incluso sin haberte visto.

El tipo de amor que Kurapika trataba de expresarte era especial, fuiste su motivación y esperanza de vida en el instante en que se enteró de tu existencia. Una sensación emocional inexplicable que lo alejaba de la amargura y la culpa de haber abandonado al clan sin saber que lo perdería. No todo estaba perdido, tú no lo culpaste, ni te culpabas a ti misma por ello. Lo sacaste del infierno en que cayó antes de conocerte.

— Desde el momento en que descubrí que no estaba solo, que podía compartir mis memorias con alguien que las comprendiera, en el instante en que te salvé, supe que tenía una segunda oportunidad para demostrar que valió la pena llegar tan lejos, pude ser fuerte para proteger lo que creí completamente perdido. — de pronto abrió sus ojos, extendió su mano para tomar la tuya y con la otra recogió los cabellos que te cubrían el rostro para encontrarse con tu mirada, tú con el rostro lleno de lágrimas y él, un sol radiante sonriendo para ti — ¿aún así te cuesta entender porqué te amo? habría hecho cualquier cosa, incluso sacrificar mi vida si con eso conservabas la tuya. Por eso yo...

— No lo digas. — te abrazaste a él llevándolo encima tuyo — No... lo digas. — Al estar por primera vez  tan cerca y compartir su calor, te sentiste segura, lentamente desaparecía el miedo a ser tocada, abrazar a Kurapika era como aferrarse a una nube de algodón en el cielo — No digas que morirás por mí nunca más, estás loco si crees que dejaré que lo hagas. Te lo suplico, confía en mi ¿cómo quieres que te demuestre lo fuerte que soy?

Durante unos segundos, ambos permanecieron abrazados en silencio, luego, Kurapika separó su rostro y suspiró. Una expresión melancólica apareció para provocarte cierta sospecha de que sus próximas palabras también eran difíciles de confesar.

— Kim Tao está libre. — soltó con desilusión dejándote con mil pensamientos y emociones en mente. Preguntas que no cesaban, ¿cómo? ¿qué? ¿porqué? ¿cuándo? y mucho más. Pero tu cuerpo estaba paralizado y apenas lograste razonar con una sola frase.

— No. Me. Jodas.

A todo el que nos esté escuchando o viendo en este momento, informamos de primera mano que la ejecución del hombre al cuál se le atribuyó la identidad de Kim Tao no era en realidad dicho acusado. La reciente investigación afirma que  se trataba de un falso Kim, quien fue contratado especialmente para tomar su lugar. Por lo tanto, las autoridades están buscándolo arduamente por todo el continente, se sospecha que después de varios días ya se encuentre extremadamente lejos, ¿hasta dónde llegará esta fuerte guerra contra el último miembro vivo de K.E.N.Y.A? ¿dónde está ocultó Kim Tao?

— El hombre que tomó su lugar ya fue condenado a muerte hace días. — Explicó Kurapika levantándose de la camilla — seguramente se sometió a una cirugía plástica para verse como él y así reemplazarlo en última instancia cuando los planes de KENYA se salieran de control, descubrieron recientemente que habían atrapado y asesinado al hombre equivocado, la nación pidió disculpas al país por el gran error que cometieron y están buscándo al real por todos lados.

— ¿Porqué me dices todo esto de repente?

— Preguntaste cómo podías demostrarme lo fuerte que eres, confío en que tienes la capacidad suficiente para culminar tu venganza. Es tu oportunidad para recordarle al mundo quiénes somos para que nunca más vuelva a existir una asociación como esa.

— ¿Tienes información sobre él?

— Más que eso. — dijo Kurapika mostrándote un dispositivo de rastreo — Sé dónde encontrarlo.

— Bien. — tomaste un respiro y te llenaste de adrenalina al pensar que gracias al error nacional, tenías las puertas abiertas para protagonizar la mejor parte del exterminio — Ya estabas en el infierno. Ahora vas a conocer al diablo. Kim.

K.E.N.Y.ADonde viven las historias. Descúbrelo ahora