La empresa K.E.N.Y.A fue fundada bajo las siglas de la primera letra de los nombres de sus fundadores originales, 5 millonarios asociados mediante su poder y riqueza para disfrazar un hospital psiquiátrico como medio de desvío de recursos para su mercado negro a modo de falso altruismo.
Kim, Eleonor, Nathan, Yumei y Ashtah. (KENYA)
El hospital psiquiátrico era una fachada de personal que actuaba para mantener todo en orden ante visitantes inesperados. Los pacientes extrañamente siempre eran sujetos que poseían partes del cuerpo extrañas o únicas.
El argumento era que trataban con este tipo de pacientes para ayudarlos a aceptar sus diferencias físicas que les ocasionan problemas psicológicos al sentirse mounstros en el mundo.
La realidad difería. El personal sólo era elenco de actuación, nadie estaba realmente capacitado para tratar a los pacientes médicamente.
Los marcaban con un número clave en sus muñecas y los encerraban en celdas permanentemente.
Los usos para cada ser internado en dicho hospital era variado. Algunos eran explotados para realizar actividades diversas, otros eran grabados o fotografiados e incluso investigados por la rareza de sus anomalías, abusados de todas las formas posibles.
En el lugar había aproximadamente 120 pacientes, todos con algún diagnóstico de anomalía física. Desde extremidades extra móviles, piel de colores extraños, u ojos con formas y colores nunca antes vistos.
Los pacientes más desafortunados eran aquellos que por diversas razones no regresaban a su celda durante una rutina o aparecían soldados de la corporación para llevarlos a otro sitio.
Un panel donde el que entraba, salía hecho pedazos.
Debido a la rareza de los cuerpos, algunos eran comprados en trozos en el mercado negro, o subastados para los coleccionistas de partes humanas raras.
Por ejemplo; Si el paciente poseía una mano con 20 dedos, la cortaban para venderla y el resto del cuerpo lo desechaban.
Todos estos archivos y está información llegaron un día a manos de la persona que sin pensarlo dos veces decidió salir a hacer justicia por las personas de dicho hospital.
Neón Nostrade había conseguido el contacto por medio de uno de sus guardaespaldas, Kurapika. Los detalles de los archivos que consiguió se los quedó para él. A Neón sólo le habló del método para conseguir la parte del cuerpo que quería tener, un cráneo humano de un famoso surfista con la mordida de un tiburón.
Kurapika en su investigación a los contactos de Neón recibió la dirección de dicho hospital donde le darían más información sobre cómo conseguir partes humanas a pedido.
— Señor, buenas tardes, lo estábamos esperando. — dijo un oficial de seguridad abriendo la puerta del auto para que Kurapika saliera. — Bienvenido al centro de atención psiquiátrica KENYA. Sígame, por favor.
Al llegar al hospital siguió los protocolos para ser ingresado al laboratorio principal donde había celdas herméticas de puertas de acero, por donde la persona que lo acompañaba en el recorrido le mostró algunos de sus pacientes.
Le llamó la atención al rubio notar que todos los pacientes tenían alguna cualidad física extraña y que no parecían pacientes enfermos, sino prisioneros. Tan ingenuo había sido que no logró captar el propósito del recorrido hasta que volvieron a la estancia principal y le preguntó un médico si le había interesado algún espécimen.
La ofensa tan grande que le pareció a Kurapika tuvo que mitigarla y cerrar sus ojos para no mostrar la ira que le carcomia el alma en ese momento.
— En realidad yo... — miró al doctor soportando las ganas de matarlo en ese instante, tenía que seguir el juego para no causar un lío. — No soy yo quién decidirá eso, mi jefe me envió para confirmar el lugar, él es quien está interesado.
— Ya veo, entonces venga por acá, le entregaré una copia de los archivos de nuestros pacientes y nuestra mercancía. — Caminó hacía una oficina donde imprimió de la PC un archivo PDF de muestra para Kurapika y se lo entregó en una carpeta sellada.
— Muchas gracias, vendremos lo más pronto posible para escoger el producto. — dijo Kurapika asqueandose por lo que había dicho, pero era a fin de cuentas hacer su trabajo.
— Estaremos encantados de complacer a los Nostrade, contáctenos previamente para preparar las muestras. — finalizó el doctor entregando a Kurapika una tarjeta del hospital con un número diferente al del servicio normal, así el rubio pudo por fin salir del lugar y volver con Neón para entregarle el catálogo de especímenes.
En la mansión Nostrade, tras hablar con Neón, se retiró a descansar y se sentó en la banca de un pasillo, mirando al suelo, aterrado, indignado, ofendido, enfurecido, sus ojos escarlata ardían, lo que había visto en ese lugar, era putrefacto.
— ¿Cómo es posible? La humanidad ha llegado a límites imperdonables de porquería. — susurraba apretando sus puños sobre sus rodillas, su odio estaba más vivo que nunca.
— Tu corazón está hecho un caos, Kurapika, pareciera que viste lo peor de este mundo. — La voz de Senritsu a unos pasos de él, no podía ocultar nada a su amiga, era obvio que se estaba muriendo de rabia.
— El mismo infierno. — contestó mirando al vacío, sudando frío, temblando de ira.
— Nuestro trabajo es muy cruel a veces, ya sabes lo que dicen, nadie sabe para quién trabaja.
— No se trata de eso, Senritsu, yo ví... ví a tantas personas sufriendo dentro de ese lugar, encerrados como animales en cautiverio, no lo permitiré, iré a salvarlos.
— ¡No puedes hacer eso! KENYA es una empresa de renombre, te meterías en graves problemas aún si lograras destruir ese lugar. Los miembros fundadores no se cansarán de buscarte para liquidarte o peor. Convertirte en parte de su mercancía.
— Que lo intenten. — Se levantó de su lugar dirigiéndose a la estancia de espera dónde sacó de su abrigo una carpeta y la puso sobre una mesa frente a Senritsu que lo había seguido.
— Kurapika ¿Qué es eso? — observaba el archivo con el sello de KENYA en el.
— Los registros históricos del verdadero mercado KENYA, los robé del archivero mientras el hombre que me acompañaba imprimía la copia del catálogo para Neón.
— ¿Qué estás pensando hacer? — Senritsu estaba preocupada, la firmeza y seriedad de las palabras de Kurapika, además de sus latidos tenebrosos sólo le indicaban una cosa. — ¿Quieres sacrificarte para salvar a esas personas?
— En realidad, quiero hacer esto por algo más. — Kurapika abrió la carpeta y sacó un par de hojas que Kurapika ya había leído camino a la mansión, lo cuál había sido el impulso para que tomara la decisión de adentrarse a KENYA para desmantelar todo. Senritsu leyó lo que Kurapika le indicó y entonces comprensió porqué sus latidos estaban tan llenos de odio, de ira, de ansias por asesinar.
— Esto es... ¿es real?
— Tendré que confirmarlo yo mismo, pero cabe la posibilidad de que sea cierto. — Kurapika cerró los ojos y suspiró relajándose por un momento, se cruzó de brazos y miró a Senritsu transmitiendole un sentimiento de nostalgia y dolor mediante sus siguientes palabras. — Uno de los especímenes es un Kuruta.
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K.E.N.Y.A
Fiksi PenggemarKurapika está en una misión personal. Destruir a la corporación K.E.N.Y.A, la principal red de distribución de partes humanas raras. Durante su guerra contra los enfermos coleccionistas tú y él se conocerán ya que eres parte de la mercancía más vali...