44.- Salvar a papá

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La agencia criminalista atendió el caso del colegio, confirmando el temor de los Kurutas, se trataba de una masacre armada en la cuál se sospechaba de la participación de la empresa fantasma KENYA.

O lo que quedaba de ella.

La letra K parecía no rendirse ante su caída. Y para colmo, secuestró a su propia hija, lo que empeoraba la gravedad del asunto.

Dados los acontecimientos, Kurapika pudo darse cuenta antes que nadie de lo que iba a pasarle a la niña que recién empezaba su etapa adolescente en manos de un peligroso pedófilo.

—Le seguiremos el rastro, lleva todo lo que necesites, avísale a Gon y Killua que pasaremos por ellos en una hora. —decía Kurapika al momento que guardaba un arma silenciosa bajo su chaleco antibalas.

Habían pasado algunas horas después del terrible hallazgo, el soldado herido que encontraron no logró sobrevivir lo suficiente para darles información.

—Preferiría no ponerlos en riesgo, pero estoy tan desesperada que aceptaría la ayuda de dios y del diablo al mismo tiempo. —confesaste armando una pequeña maleta, con provisiones, medicamentos de emergencia y radios de comunicación.

La rata salió del nido y tenían una sola oportunidad para encontrarlo.

Subieron al auto tan rápido como pudieron y empezó la misión de rescate que incluía el exterminio definitivo de aquella despreciable y grotesca mafia.

— Hace un par de años, Kenya me permitió instalarle un dispositivo localizador — te contó Kurapika durante el trayecto al departamento de Gon—Es un pequeño chip que sólo puede ser detectado usando gyo. Lo desvanecí para que nadie pudiera quitarselo, ni siquiera ella misma, en caso de una emergencia como esta.

— ¿Dónde está ahora?

Él estaba seguro de su coartada, no se le pasaba por la mente que una niña fuera capaz de engañarlo, como si supiera que aquello pasaría.

—¿Qué es esto? —se preguntó Kurapika actualizando una y otra vez la ubicación de Kenya en el mapa del rastreador.

—¿Qué sucede? —Te percataste de su cara angustiada.

—¿Cómo lo hizo? ¿porqué lo hizo?

—¿Qué? ¡dime! —asomaste la vista al aparato y notaste que la ubicación de Kurapika y la de Kenya eran la misma.

Más específicamente, indicaba que Kenya iba de copiloto. Entonces, él te miró incrédulo, sin poder explicárselo.

— Me indica que el chip lo tienes tú.

2 años antes...

— Te felicito, Kenya —dijo Kurapika dando un par de aplausos a la chica, que recién cumplía 10 años y logró dominar las cualidades del nen de forma satisfactoria—, a tu edad me hubiera gustado aprender lo que te he enseñado, desarrollaste un gran potencial en poco tiempo.

Ella realizó una reverencia ante el cumplido del rubio, tenía algunos rasguños pero lo logró en menos de un año.

— Gracias por ser mi maestro, mamá tenía razón, eres el mejor, por eso te quiere tanto. — dijo la niña, causando que Kurapika mostrara un gesto tierno.

— Es un bello cumplido, pero no vas a evadirme de nuevo, ¿ya me dirás qué tipo de hatsu elegiste? ¿cuando podré conocer tus habilidades?

— Es un secreto.

— Dijiste que querías ser cazadora y ya que tu tipo de nen es especialista, como era de esperarse de una Kuruta peculiar, al menos merezco una pequeña pista por haberte entrenado. —Le guiñó el ojo intentando hacerle un pequeño soborno con tal de averiguar la razón ante la prisa de Kenya por dominar las propiedades del nen.

K.E.N.Y.ADonde viven las historias. Descúbrelo ahora