Tengo mi propio laberinto;
me pierdo,
creo encontrar el rumbo
y me pierdo otra vez.
No hay un rumbo,
ni un camino,
solo es vivir,
o sobrevivir.
Encontrarse es una utopía,
porque siempre vuelvo al mismo lugar.
Me pierdo más de lo que intento,
porque intentar es arriesgarse,
y soy lo suficientemente cobarde
como para buscar una salida;
solo me siento a esperar,
ni siquiera sabiendo
si lo que espero es un mundo nuevo
o mi propia tragedia.