Hay una tristeza enorme que me oprime el pecho.
Lágrimas acumuladas que postergué, creyendo que se irían con el tiempo. Me inundaron y no hay ningún desagüe.
Veo sufrimiento en todas partes. Intento cerrar los ojos, pero me encuentro con mis pensamientos desbordantes que no entienden de límites ni barreras.
Ya no quiero introspección, me desgasta, solo voy a callejones sin salida.
Y me pregunto si alguna vez esto va a cambiar. No lo creo, aunque a veces se me cruza un brillito apenas perceptible de esperanza y lo guardo hasta que se esfuma.
Y vuelve a comenzar.