Capítulo 2

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Dae estaba seguro de que había malinterpretado lo que MinSeok acababa de decir.

Estaba amaneciendo y todavía estaba medio dormido. Eso tenía que ser, porque por un loco minuto, estaba seguro de que había oído...

—¿Dae? ¿Escuchaste lo que dije? Quiero que te mudes conmigo.

Dae se llevó una mano a la cara y se frotó la frente. Luego, sin decir una palabra, giró sobre los dedos de los pies y regresó a su cocina. Podía oír a MinSeok venir detrás, pero Dae no confiaba en lo que podía salir de sus labios en ese momento.

Se detuvo frente a la nevera, la abrió y escaneó el contenido. Leche, agua y zumo de naranja. Ninguna de esas bebidas le podría ayudar con esto. Después de cerrar la puerta de la nevera, recordó dónde se encontraba una bebida que estaba seguro le ayudaría con esto. Al abrir el gabinete sobre la nevera, encontró una botella de tequila.

Sí, a la mierda. Esto requiere algo bien fuerte.

Vertió una pequeña cantidad de líquido en un vaso antes de cogerlo y beberlo de un solo trago.

—Wow —dijo MinSeok mientras se detenía en el lado opuesto del mostrador de la cocina—, no pensé que mi invitación te llevara a beber.

Dae apretaba el vaso de manera inestable en su mano y se agarró al fresco mármol.

—Deja de bromear.

MinSeok alzó las manos con las palmas hacia afuera, y preguntó:

—¿Quién está bromeando? Estoy hablando en serio. Como nunca antes lo he hecho.

—Entonces estás loco —murmuró Dae, soltando el vaso mientras se abría paso hasta donde estaba MinSeok—. ¿Así es como me lo preguntas? ¿Este es el momento que escoges para proponerme algo así?

Los ojos de MinSeok escudriñaron su rostro, y Dae pudo ver por la forma en que su mandíbula se apretaba que se estaba enfadando.

—¿Qué pasa ahora?

Dae soltó un sonido de incredulidad y caminó hacia su dormitorio.

—¿Aparte de que tuvimos una noche terrible, que estamos en medio de una discusión y que son casi las cinco de la madrugada?

—Oh, vamos. Eso no es realmente un argumento —señaló MinSeok—. ¿Dae? Espera, ¿lo harás?

Dae tomó una respiración profunda y se volvió para mirar a esos ojos marrones tratando de calibrar su estado de ánimo.

—No puedo mudarme contigo.

MinSeok asintió lentamente antes de preguntar:

—¿No puedes o no quieres?

Se preguntó cuál sería la diferencia para MinSeok, pero repitió:

—No puedo.

La boca de MinSeok se dividió en una amplia sonrisa mientras caminaba hacia donde Dae se encontraba quieto y tan... jodidamente tenso como una cuerda de violín.

—¿Por qué estás sonriendo? —Dae sabía que su tono era hosco, pero es que éste era MinSeok. Impulsivo, descarado y siempre escogiendo el peor momento posible para decir toda su mierda. Él no se había detenido ni una sola vez a pensar en cómo su petición pudiese hacerlo sentir. Seguramente MinSeok pensó que, que ya que creía que era una gran idea, todo el mundo a su alrededor debería pensar igual.

El problema era que Dae al instante de escuchar su invitación se sintió... inadecuado. Aunque estaba seguro de que MinSeok le daría patadas en el culo si alguna vez se lo dijera.

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