Capítulo 27.1

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—Cuéntame lo que pasó —dijo Dae mientras su padre agarraba el paquete de cigarrillos que estaba en la mesa. Los tendió hacia Dae, pero agitó la cabeza.

—Lo deje.

Su padre se volvió hacia MinSeok y le preguntó:

—¿Esto es cosa tuya?

MinSeok no estaba seguro de si iba a meterse en problemas o ser elogiado, así que tartamudeó un poco.

—Yo... ahh... puede que haya mencionado algo una o dos veces.

Dae se rió de eso, y cuando MinSeok le miró, lo vio volteando los ojos.

—¿No estás de acuerdo?

—No. Haces que suene como si lo hubieras sugerido amablemente.

—¿No lo hice?

—No. Me dijiste que nos hiciera un favor y lo dejara. Así que lo hice.

MinSeok pensó en eso y entonces, arrogante como siempre, dijo:

—No veo el problema. Lo hiciste, ¿verdad?

Dae le sonrió de una manera que hizo que MinSeok sintiera que eran las únicas dos personas en la habitación.

—Lo hice.

—Y solo lo mencioné dos veces.

Dae metió la lengua en el costado de su mejilla y asintió.

—Claro, abogado.

Fue entonces cuando el padre de Dae habló, recordándole a MinSeok que no estaban solos.

—Como sea que lo hayas conseguido, me alegro por ello. —Luego se volvió hacia Dae mientras encendía un cigarrillo—. Estas cosas te matarán, lo sabes.

Dae agitó la cabeza y abrió la ventana sobre el fregadero de la cocina. El gesto le parecía rutinario a MinSeok, como si los dos lo hubieran hecho antes cuando Dae había vivido allí o los había visitado.

—Papá, ¿qué pasó con mamá?

MinSeok miró entre los dos y esperó en silencio.

—Se mudó hace un tiempo.

Los ojos de Dae se arrugaron en los costados como si tratara de entender lo que su padre le decía, luego comprendió y se las arregló para preguntar.

—¿Por qué?

Cuando el Sr. Kim se enfrentó a él, MinSeok levantó la copa llena hasta sus labios y bebió el tercer trago de bourbon. Mientras le dejaba un camino ardiente por su garganta, sintió un buen zumbido en su cabeza y pensó: Sí, me encanta ser la razón por la que las familias se separan. Parecía ser su especialidad.

Dae miraba fijamente a su padre en shock, a la espera de una respuesta. Esto era lo último que esperaba cuando llegó esta noche. Pensó que pasarían la noche intentando que sus padres los aceptaran en sus vidas. En vez de eso, allí estaba, sentado en la cocina donde había crecido, preguntando dónde estaba su madre.

—No estuvimos de acuerdo en algo que era bastante importante.

Dae caminó alrededor del mostrador hasta que estuvo parado frente a su padre y preguntó:

—¿Yo?

Su padre levantó el cigarrillo hasta los labios, tomó una calada y luego asintió.

—Sí. Tú, hijo.

Dae no dijo nada mientras colocaba la mano sobre el mostrador... incluso olvidó que le había dicho a su padre que no lo llamara así. Todo lo que sabía era que en ese momento, el hombre que estaba allí de pie era el mismo que admiraba de niño.

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