Capítulo 9.1

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—Buenas noches —les saludó la hermosa y joven anfitriona—. Bienvenidos al Shanghai Terraza. ¿Tienen una reserva para cenar?

—Buenas noches, querida. Sí, reservé una mesa a nombre de Hee-Sun Kim para dos. Sin embargo, habrá una tercera persona cenando con nosotros. Espero que eso no sea un problema.

—No, claro que no, Sra. Kim.

Luego la siguieron pasando por varias mesas de comedor llenas hasta una bonita esquina con grandes puertas dobles que llevaban a una terraza.

—¿Funcionará esto para ti esta noche?

MinSeok decidió que probablemente debería buscar sus modales y sacó la silla de su madre cuando le dijo a la mujer que estaba bien. Entonces tomó la silla frente a Dae. Una vez que ordenaron sus bebidas, miró hacia donde su madre se sacudía el pelo detrás de sus hombros.

Como de costumbre, estaba impecable, llevaba un elegante vestido en color carmesí, el mismo color que su abrigo. Era asombrosa la forma en que nunca parecía envejecer... o no tan asombrosa cuando la modernidad de la medicina era de agradecer.

Se sentó como si estuviera a punto de preguntar secretos de estado y se dirigió a Dae.

—Muy bien. Hora de empezar a conversar. ¿Cuánto tiempo hace que conoces a este encanto de aquí?

Dae miraba a MinSeok, quién estaba mirando al cielo probablemente esperando que la noche diera la vuelta y terminara, pero no tuvo suerte. Por lo que pudo ver, la madre de MinSeok parecía decidida a pasar tiempo con su hijo.

Dae tuvo que admitir que los aceptaba mejor que su madre, así que obtuvo directamente más puntos en su mente.

—Esa es una buena pregunta —respondió—. Unos meses. ¿Verdad, MinSeok?

—Sí. Unos cinco ya —suministró MinSeok.

—Guau. —Parece que lo conozco desde siempre.

—¿Te sorprendiste de haberme aguantado tanto tiempo? —bromeó MinSeok.

—Difícilmente. Me sorprende que no sean más. Se siente como si fuesen más.

Casi como si hubiera olvidado que su madre estaba allí, MinSeok se estiró y tomó su mano donde la tenía descansando sobre la mesa.

—Lo hace.

—Aww, ustedes dos son adorables —dijo Hee-Sun—. Me hace tan feliz.

—Oh, Dios —dijo MinSeok.

—¿Qué? —preguntó con un brillo romántico en los ojos—. ¿No se me permite estar feliz de que mi hijo esté enamorado?

Cuando el camarero apareció con sus bebidas, MinSeok inmediatamente recogió la suya y tomó una sorbo.

—Esta noche se pone cada vez mejor. Sigan trayéndolas, por favor.

El camarero asintió con la cabeza y se fue corriendo, dejándolos que volvieran a la discusión. Dae sonrió a la madre de MinSeok, que miraba entre los dos.

Cuando sus ojos se detuvieron en él, se atrevió a preguntar:

—¿Cómo se conocieron?

—¿Podrías parar con las veinte preguntas? —preguntó MinSeok.

Dae encontró extremadamente interesante que MinSeok pareciera estar casi avergonzado por esa parte de la historia.

—Deja de ser tan aburrido, MinSeok. Además, no te lo estaba preguntando a ti. Se lo estaba preguntando a Dae. ¿Qué es lo que tanto te preocupa? ¿Cazaste al pobre tipo o algo así?

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