Perdón

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El grito de Gary la puso en movimiento.
Encontrar el abrigo de Mason en el suelo y después encontrar las puertas que daban al jardín abiertas la llenaron de terror.
Con el abrigo en la mano, corrió tras ello deseando que su pequeño no hubiese llegado muy lejos.

Dos calles más allá, vio cómo Gary tenía a Mason en brazos protegiéndole del frío mientras su hijo lloraba desconsolado porque ella no le dejaría ver a su tío David nunca más.

Sintiéndose culpable, se acercó a ellos y llamó a Mason.
Arrodillándose a su lado, secó sus lágrimas y contuvo las suyas.

—Lo siento mucho cariño. Me sentí tan dolida por el distanciamiento de David que no tuve en cuenta como te afectaría a ti. Y me siento tan culpable por eso.
—Lo extraño, mami.
Un sollozo escapó de sus labios y atrajo a Mason a sus brazos para recuperar la fuerza.
—Yo también lo extraño, mi amor. Lo siento tanto, Mason. Por favor, perdóname.
Su hijo, tan increíble como era, puso sus manitas en su rostro y secó sus lágrimas antes de sonreírle.
—Te perdono, mami.

Gary observaba la escena algo apartado.
No podía evitar preguntarse que era exactamente lo que había sucedido para que una amistad de tantos años, y después de que ella admitiese que David había estado junto a ella durante el embarazo y algún tiempo después, se rompiese de un día para el otro.
¿Acaso ellos habían traspasado la barrera?
La sola idea de ella con otro le revolvía el estómago.
Su teléfono vibró en su bolsillo.
Primero pensó en ignorarlo, pero pensando que podía ser algo de la empresa, lo sacó de su bolsillo y observó el nombre de su padre parpadeando en la pantalla.

Poniéndose en pie, descolgó y llevó el teléfono a su oído.
—Dime porque no me dijiste que tengo un hijo.
—¿Entonces ya lo sabes? Bueno, yo de ti me aseguraría de que ese crío fuese tuyo, Gary.
Se alejó un poco de ellos para que no escucharan sus palabras.
—No necesito ninguna prueba. Es una copia mía y mamá lo sabía. Ella...
—Ella era estúpida y veo que heredaste eso de ella. Tan débil... Me decepcionas una vez más, hijo.
—¡No te atrevas a mencionarla! Al menos ella tenía corazón.
—Y le falló. Una lástima. Como ya he dicho, era débil. Supongo que tus insistentes llamadas era para reclamarme sobre el crío. Bueno, ya lo sabes. Ahora escúchame bien, vas a alejarte de él y la mosquita muerta de su madre. Nunca debiste enredarte con alguien de su clase y menos con su poco convencional familia. Hace años te mandé lejos por una razón. No olvides que...
—¿Crees que tienes algún poder sobre mi aún? Estás muy equivocado si piensas así. Es mejor que te bajes de la mierda de nube en la que vives porque ahora soy yo quien va a hundirte si te atreves siquiera a respirar cerca de ellos.
Colgó la llamada sin esperar respuesta.
No la necesitaba. Si su relación era algo que no tenía arreglo, ahora estaba convencido de que estaba completamente muerta.

Guardando el teléfono de nuevo en su bolsillo, se reunió con su familia y les llevó a casa.

*************

Denise había permanecido en silencio durante el camino, sin soltar la mano de Mason en ningún momento y aferrándolo tanto a ella como le fue posible.

Por lo menos las cosas parecían haberse tranquilizado.

Saber realmente como su hijo estaba sufriendo por su culpa, estaba afectándola.

—Escucha, voy a ponerle los dibujos a Mason un rato y luego tú y yo vamos a hablar, ¿de acuerdo?

Asintió lentamente mientras Gary le quitaba la chaqueta a su hijo y le prometía una taza de chocolate caliente y sus galletas de dinosaurio que tanto le gustaban.

Tratando de mantenerse ocupada, preparó el chocolate y lo puso en una bandeja junto con las galletas.

Sus manos temblaban.

¿Y si Mason hubiese llegado más lejos, o hubiese cruzado la carretera antes de que Gary le alcanzase?

La sola idea le puso el vello de punta.

Unos brazos fuertes y cálidos la rodearon, y solo entonces se dio cuenta de que estaba llorando.

Aferrándose a él, dejó salir todo el miedo y la angustía tras el momento vivido.

—Mason está bien, cariño. Por favor, no llores.

—Si le hubiese pasado algo por mi culpa...

Los sollozos de Denise se intensificaron. Con el rostro escondido en el pecho de él, dejó que la abrazase y la consolara como solo él podía hacer.

—Voy a llevarle esto a Mason. Ahora vuelvo.

Ya un poco más calmada, pensó que quizá no le quedaba más remedio que llamar a David y dejar que al menos viese a Mason.

—¿Estás mejor?

Asintió hacia él y le observó mientras se sentaba a su lado.

—Voy a pedir que pongan unos seguros en las puertas para que no puedan abrirse del todo por la seguridad de Mason. Me asusté como la mierda cuando vi que se había ido.

—Gracias por ir tras él. Si no hubieses llegado a tiempo...

—Denise, necesito saber qué pasó con David para que no le permitas que vea a nuestro hijo. Necesito saber si alguna vez pasó algo más entre vosotros.

—Yo...

Algo inesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora