La casa

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Bajó del coche boquiabierto.
Esa no parecía para nada el lugar que había comprado.
El jardín de la entrada era mucho más que la hierba seca y muerta que había cuando la compró.
El tejado había sido cambiado por lo que las goteras serían cosa del pasado.
Habían agrandado el garaje para que, en lugar de un coche, pudiese tener dos y además un enorme espacio de almacenamiento desde el cual se podía acceder desde el interior.
Junto al garaje, había un pequeño espacio de lavado con lavadora, secadora y un mueble.
La cocina era impresionante con armarios altos y encimeras oscuras y sería su parte favorita si supiese hacer algo más que usar la cafetera y el microondas.
Pasada la cocina, se accedía al comedor y al salón.
Una enorme televisión de sesenta y cinco pulgadas decoraba la pared frente al sofá y dos enormes sillones de color gris oscuro.

A la izquierda del sofá se encontraba una estantería que llegaba hasta el techo donde podría colocar libros y algunos recuerdos.

La planta de abajo acababa con un pequeño cuarto de baño y junto a este, unas escaleras de madera le llevaban al piso superior.

El piso de arriba tenía cinco habitaciones, todas de gran tamaño.
Una de ellas había sido remodelada para hacerla su despacho y fue decorada con muy buen gusto.
Muebles oscuros y una mesa grande y pesada.
Una estantería donde poner las copias en papel que guardaba de todos sus contratos por si acaso.
Uno no siempre podía confiar en la tecnología.

Un gran y sencillo cuarto de baño completo al final del pasillo por si algún día tenía visita, lo que dudaba y finalmente su habitación.
Las otras permanecerían vacías por el momento, aunque viendo el tamaño de la casa sin duda iba a necesitar ayuda.
Tal vez alguien para limpiar y cocinar.
Un ama de llaves.
Preguntaría a Pam si conocía a alguien.

Una vez en su dormitorio, lo recorrió con la mirada.
Una vez más, los colores oscuros de los muebles le encantaban.
Combinaban bien con las cortinas color tierra.
Había también dos puertas a su derecha.
Mirando la primera, encontró un baño completo con bañera y plato de ducha y un mueble doble que posiblemente jamás sería usado completamente.
La otra puerta llevaba a un gran vestidor vacío.
Si, definitivamente iba a necesitar ayuda.

— ¿Te gusta?
Se volvió hacia Malcom, quien esperaba en el marco de la puerta por su respuesta.
—Habéis hecho un gran trabajo. Estoy impresionado.
—Ha llevado algo más de tiempo por todo lo que tuvimos que reemplazar, pero me alegra que te guste. Sin embargo, creo que no lo has visto todo.
  —¿Hay un ático o algo parecido?
—Si, por supuesto. Te servirá como almacenamiento, pero no es de eso de lo que te hablo. Ven conmigo.

Curioso, le siguió hasta el piso de abajo y a la cocina.
Una puerta que no había visto antes le llevó, bajando algunas escaleras, hacia un sótano totalmente reformado.
—Está insonorizado y completamente aislado por lo que no tendrás problemas de ruido o humedades.
  —¿Cuándo hicisteis esto?
—Tuvimos algo de tiempo mientras no traían los muebles. En realidad, esto era lo que mejor se conservaba. Hay un pequeño cuarto de baño también y puedes poner un gimnasio o una sala de cine si quieres.
—Joder, esto es genial. Gracias.
—No hay problema. No sabía si te gustaría puesto que no lo habíamos hablado.
—Ni siquiera sabía que tenía sótano.
—Me alegra que te guste. Lo que sea que quieras poner aquí, disfrútalo.
Con un nuevo apretón de manos, Malcom Eddison se marchó, dejándole solo en ese lugar.
Cuando se acostó esa noche en su apartamento después de organizar la mudanza, no fue una sala de cine o un gimnasio lo que se imaginó en ese sótano.
Su mente se dejó llevar y se quedó dormido con la imagen de una mujer jugando con algunos niños mientras le llamaban para que se uniese a ellos.
No sabía de donde vino eso, pero si sabía quién era ella, aun cuando se encontraba de espalda.
Jamás olvidaría esa risa.

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