El dinosaurio

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Finalmente, por recomendación de su agente de prensa, fue necesaria una pequeña rueda de prensa con solo algunos de los canales de más audiencia para que el acoso de los periodistas se detuviese, bajo amenaza de denuncia si la cosa no se detenía.

Mason todavía no volvía a la escuela, pero su maestra se había ofrecido a mandarle la tarea diariamente y a darle clase un par de horas al día, aunque fuese por videollamada.

Ambos sabían que la situación estaba afectando a su hijo, puesto que desde que habían dejado la casa de los Eddison, todas las noches se escabullía hasta su habitación y se metía en la cama con ellos. Y ya hacía una semana de eso.

Y otra cosa que les preocupaba, era que había insistido en volver a dormir con su pequeño dinosaurio.

Los padres de Denise se lo regalaron cuando nació, y siempre había sido su juguete favorito y nunca se planteó deshacerse de él aunque estaba en mal estado.

Denise había perdido la cuenta de las veces que había tenido que coserle la cola o alguno de los brazos, sin embargo, esa mañana, mientras deshacía la cama y Gary ayudaba a Mason a bañarse, cogió el dinosaurio y al darle la vuelta, vio que parte de la espalda estaba descosida. Poniéndolo a un lado, acabó con lo que estaba haciendo y después se llevó el juguete abajo donde guardaba su caja de costura.

Sentada en uno de los taburetes de la cocina, procedió a cortar los hilos sueltos. Esto hizo que se abriese más, dejando entrever algo en su interior escondido entre el relleno.

Dejando las tijeras a un lado, sacó el papel, doblado en varias partes y lo desdobló.

Llevó las manos a su boca cuando comprendió de qué se trataba.

Gary la encontró en la misma posición en la que se había quedado los últimos diez minutos.

Pese a que le preguntó en un par de ocasiones, ella solo señaló sobre la isla de la cocina, donde el dinosaurio de Mason, la caja de costura y unos papeles descansaban sobre esta.

Cogió los papeles y leyó por encima lo que decía.

Comprendiendo inmediatamente lo que era, sacó el teléfono de su abogado y le llamó pidiéndole que se reuniese con urgencia con él en su casa y seguidamente llamó a Troy.

Si lo que decía esa carta era cierto, necesitaba más que nunca al cuñado de Malcom allí.

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Horas después, todavía seguían reunidos.

Troy había esperado a que el abogado se marchase para contarle acerca de lo que había descubierto.

—No te llamé antes porque quería estar seguro. Tu padre está lleno de mierda, Gary. Por lo que mi contacto en el FBI me ha dicho, hace tiempo que están tras él, solo que no encuentran nada. Y hay algo más. Tenían a alguien dentro que les pasaba información. Tu madre. Después de su muerte, trataron de indagar a fondo, pero tu padre se cerró completamente y parece que siempre es su asistente el que da la cara, por lo que no podemos incriminar directamente a tu padre.

—Mierda. ¿Y ahora qué?

Ni siquiera podía procesar el saber que su madre había estado ayudando al FBI. Todavía no entendía como esa carta había acabado dentro del juguete de Mason, aunque Denise había mencionado que cuando años atrás la encontró y ella se disculpó, había tenido en brazos a Mason y había jugado con este y el dinosaurio. Podría haber puesto esa carta allí entonces, solo tirando un poco de los hilos en un momento de distracción.

—Tu madre fue muy inteligente escondiendo allí la carta. Tu padre nunca la buscaría allí y menos cuando Denise y tu no teníais relación ni tampoco sabías sobre la existencia de Mason.

—Tal vez, pero no puedo evitar pensar en porque mi padre...

—¡Gary!

Ambos salieron del despacho corriendo, Troy arma en mano, y se dirigieron a la cocina, donde una Denise llorosa se encontraba sobre el suelo, con la pierna ensangrentada.

—¿Qué ha pasado?

—¡Se lo ha llevado! ¡Se llevó a Mason!

Después de eso, todo fue un caos.

Troy se movilizó rápidamente y puso a todo su equipo a trabajar.

Los padres de Denise estaban de camino, y aunque ellos aun no habían hablado, les había pedido que llevasen a David con ellos.

Denise estaba desconsolada. El médico al que llamó, había desinfectado la herida que afortunadamente era superficial, y le había suministrado un calmante para ayudarla a descansar.

Había tratado de mantenerse firme, pero con cada hora que pasaba sin noticias de su hijo, la realidad de lo que ocurriría si no lo encontraban, presionaba su pecho con fuerza.

Los Porter y David llegaron cuando estaba anocheciendo.

Los padres de Denise se mantuvieron al lado de ella, pero David no se movió de su lado, esperando por cualquier noticia.

—Gary, tenemos algo.

Ambos se volvieron hacia Troy quien esperaba el permiso para hablar frente a David.

—Puedes decir lo que sea. Es de confianza.

O esperaba que lo fuese.

Denise había confiado ciegamente en él durante años, y aunque su último encuentro no había sido lo que se esperaba, sabía que esa confianza seguía allí, por lo que él confiaría también. Además, no dudaba del amor que David sentía por Mason.

—Hemos descubierto algo acerca del asistente de tu padre.

—¿Stan? ¿Qué pasa con él? Es solo su perrito faldero.

—Es mucho más que eso. Es su hijo.

—¿Es una broma?

—No bromearía con algo así. Al parecer tu padre tuvo una relación con una prostituta cuando era adolescente y Stan Morris fue el resultado. Después de que su madre muriese cuando él tenía cinco años, saltó de un hogar de acogida a otro pero nunca fue adoptado. A los dieciocho buscó a tu padre y este le contrató. Han estado juntos desde entonces.

—¿Y qué tiene eso que ver con la búsqueda de mi hijo?

—Fue él quien hirió a tu mujer y se llevó a tu hijo. Y fue él quien se aseguró de que no hiciesen la autopsia a tu madre. Ese cabrón es posiblemente peor que tu padre, Gary.

—¿Y qué quiere de Mason?

—Sabe que vas a hacer cualquier cosa por tu hijo.

Ambos miraron la carta que su madre tan bien había escondido.

El hijo de puta lo quería todo.

Algo inesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora