Revelaciones

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En el despacho de su casa, Charles Jenkins miraba encantado la portada del periódico. Tal y como había previsto, sus declaraciones habían desatado el caos y pese a que la prensa seguía pendiente de sus movimientos, no era nada en comparación a lo que su hijo y esa pequeña perra oportunista tenían que soportar.

Dando un sorbo a su café, se volvió hacia la ventana y recordó el día en que Denise Porter se presentó en la puerta de su casa pidiendo hablar con Gary y como tras negarle el paso, había confesado su embarazo.

Emma, su mujer, primero había cedido un poco, pudo ver como la idea de un hijo de Gary le encantaba, pero había intervenido inmediatamente y echado a esa chica de su casa.

Se había asegurado de mandar lejos a su hijo, incluso al punto de amenazar a su mujer si se negaba. Emma era un estorbo. Solo seguía casado con ella por lo que el nombre de su familia suponía para su carrera.

El padre de Emma había sido Gobernador algunos años atrás, y conservaba contactos a los que él necesitaba acceder.

Con su mujer controlada y su hijo lejos, había tomado el control no solo de su negocio, sino también de los contactos de su suegro.

Como no queda nada oculto entre el cielo y la tierra, se aseguró de profundizar todo lo que pudo en el pasado de esos contactos.

Su suegro podría haber sido un hombre íntegro y sin duda, intachable durante toda su vida y su carrera, pero sus amistades no lo fueron tanto. Y él sabía cómo tomar una oportunidad.

Finalmente su máscara cayó con el último aliento de su suegro.

Una tormenta les había sorprendido en alta mar durante una pequeña escapada que hicieron para contentar al padre de su mujer.

Solo ellos dos habían viajado. Y solo él había regresado.

Días después el cuerpo de su suegro había aparecido en alguna parte del Atlántico.

Nadie tenía que saber que él fue quien lo arrojó por la borda, aprovechando el breve estado de embriaguez al que su suegro se sometió involuntariamente.

Con el único obstáculo que podía detenerle fuera de juego, solo tenía que mandar a su hijo lejos. No podía permitir que este averiguase que su suegro lo había puesto absolutamente todo a su nombre.

Con Gary lejos, pagó una enorme suma de dinero al abogado que llevaba los trámites y falsificaron el testamento, quedando él como el único heredero de todo.

De vuelta al presente, terminó con su café y marcó a su asistente.

Necesitaba una cosa de Gary, y en vista de que se había negado a verle, había actuado a sus espaldas esperando lo que sin duda, pronto llegaría. El enfrentamiento.

Conocía perfectamente a su hijo, y sabía perfectamente que no se quedaría de brazos cruzados.

—¿Qué puedo hacer por usted, señor Jenkins?

—Necesito a ese mocoso aquí lo antes posible.

—Estoy en ello, señor.

Después de que su asistente se retirase, se puso en pie y abrió la caja fuerte que escondía tras uno de los Monet de su colección. Por lo menos Emma había tenido buen gusto.

Buscó un sobre en específico que había llegado apenas unos días antes obligándole a dar un paso que no quería.

Desdobló la hoja de su interior, la cual estaba en bastante mal estado debido a la fuerza con la que la arrugó cuando la leyó la primera vez.

Querido Charles:

He pensado mucho en si debía o no escribirte estas palabras, pero luego recordé las veces en las que has mencionado la importancia de mantener documentos importantes en papel. Nunca confiaste en la tecnología.

Me he mantenido a tu lado durante años porque se supone que es lo que debía hacer. Fue lo que me inculcaron desde pequeña, y aunque sé que no te importa, quiero que sepas que no te amo. Pude haberlo hecho en el pasado. Tu atractivo y tu carisma pudieron haberme cegado, pero tantos años a tu lado solo me han demostrado una cosa con seguridad. Tú no puedes amar.

Tu codicia y egoísmo te hacen débil y ciego. Nunca me viste realmente y por lo tanto, nunca sospechaste de mí.

Días antes de esa salida con mi padre, llegó a mis manos una carta suya. En ella confesaba cuanto lamentaba no haber impedido que me casara contigo.

Se disculpaba por no haberme cuidado más y dejarme en manos de alguien como tú.

Nos engañaste a todos, Charles. Pero la venda cayó finalmente.

Su carta mencionaba también quien heredaba todo su patrimonio, así que sé que el testamento que nos leyó el abogado es falso.

Nunca vas a encontrar esa carta, me aseguraré de ello, como también de que esta llegue a ti cuando sea el momento.

Espero estar lejos de tu lado cuando eso pase.

Hoy descubrí que esa chica decía la verdad. Ese niño es hijo de Gary.

Espero que alguien pronto te pare los pies.

Emma.

Apretó la hoja con ambas manos deseando que fuese el cuello de su mujer y acabar de nuevo con ella.

Quizá la asfixia no la mató, pero sin duda fue lo que provocó su infarto.

Había disfrutado viendo como la luz se apagaba de sus pequeños y rasgados ojos azules antes de que ella llevase las manos a su pecho y su cuerpo quedase inerte en sus brazos.

La había lanzado al suelo en cuanto comprendió que no respiraba.

Pensó que aquello sería su fin, pero su asistente entró, la miró y sacó su teléfono para llamar a alguien.

Vio como sacaban el cuerpo de su despacho sin hacerle preguntas. Solo entonces miró a su asistente y este le devolvió la mirada. Sus mismos ojos. Los mismos que tenía Gary.

—Tranquilo, papá. Nadie sabrá lo que ha pasado. Diremos que tuvisteis una pelea, solo porque vuestros gritos se escuchaban por toda la casa, y el personal los escuchó, y luego dirás que sufrió un infarto. Nada más. ¿Entendiste?

Asintió todavía frío por lo ocurrido.

—Si.

—Bien. Llamaré a mi hermanito. Sería extraño que fueses tú quien lo hiciese después de todo.

Vio como su hijo mayor, aquel que tuvo años antes, cuando solo era un adolescente, sacaba el teléfono de su bolsillo y lo llevaba al oído antes de salir por la puerta y cerrarla tras él.

Emma estaba muerta.

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Por favor, no matéis a la escritora. Jajajjajajajja.

Perdón por no subir la semana pasada, pero aproveché todos esos días para disfrutar en familia.

Algo inesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora