Prólogo

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Cinco años atrás

El gimnasio había quedado hermoso. Todo el trabajo del último mes mereció la pena al ver como todos lo miraban maravillados.

La enorme bola de discoteca giraba creando un ambiente romántico mientras las parejas se balanceaban en la pista de baloncesto vistiendo sus mejores galas.
Esa era su despedida.
Mañana dejarían de ser alumnos de último año de instituto.
Denise Porter suspiró encantada mientras se dirigía hacia la mesa de bebidas para servirse un ponche.

El DJ pasaba de una canción a otra, mezclando rápidas con lentas mientras ella, ahora con un vaso en la mano, comprobó de nuevo que todo estuviese perfecto.
Ella era así. Perfeccionista, ambiciosa y con un plan de futuro estrictamente preparado.

Las puertas del gimnasio se abrieron cuando ella pasaba por delante y el aire escapó de sus pulmones.
Gary Jenkins, capitán del equipo de baloncesto, miembro del consejo escolar y el chico más atractivo de todo el instituto, se abrió paso seguido de sus amigos y las parejas de estos.

Denise sintió sus piernas flaquear cuando él apenas le dio un vistazo y un gesto de cabeza antes de seguir adelante.
Ellos pertenecían al consejo escolar. Él como presidente, y ella como tesorera.
Habían planeado cada detalle del baile junto a los demás miembros, sin embargo, cada minuto fue como si solo les perteneciese a ellos. Al menos ella lo sintió así.
Si había alguien que podía perturbar sus planes de futuro, sin duda era él.

Las primeras notas de La batalla de María Villalón resonaron por el lugar juntando a las parejas que hacía solo unos instantes saltaban al ritmo de otra canción.

Observó como incluso aquellos que se habían sentado en las gradas, regresaron a la pista y empezaron a moverse al compás de la canción.

Denise había pedido expresamente a su mejor amigo, que era quien estaba a cargo de la música que la pusiera a medianoche, justo antes de que el rey y la reina del baile fuesen anunciados.

No tenía ninguna duda de que Gary sería el rey.

—Parece que todo el mundo se está divirtiendo.

Su voz la envolvió como un bálsamo y sujetó con ambas manos el vaso que había rellenado por tercera o cuarta vez mientras fingía que se estaba divirtiendo viendo como otros bailaban.

—Así es. Parece que hicimos un gran trabajo.

—Tú fuiste la que aportaste todas las ideas. El mérito es tuyo.

Sintió sus mejillas sonrojarse y una leve sonrisa extenderse en sus labios.

— ¿Crees que podrías dejar que otros se encarguen de supervisar y bailar esta canción conmigo?

El vaso resbaló de sus manos y acabó mojando sus zapatos, pero nada de eso importó cuando Gary extendió la mano y cogiendo la suya, la llevó en medio de la pista y la rodeó con sus brazos para acercarla a él.

—Estás hermosa esta noche Denise. Apenas pude mirar hacia otro lugar desde que te he visto.

—Es un vestido sencillo y solo un poco de maquillaje. Realmente no cambio mucho en mi día a día.

—Entonces quizá es esta luz o la magia del lugar.

—O el ponche. Sinceramente, Gary, ¿a dónde pretendes llegar?

Siguieron moviéndose mientras la canción llegaba a su fin, pero ninguno de los dos la escuchaba ya. Esa conversación, estaba a punto de cambiar sus vidas y ninguno de los dos, podía siquiera imaginar, lo que les deparaba aún la noche.

La canción se detuvo, pero ni Gary ni Denise advirtieron como la gente a su alrededor se volvía hacia el pequeño escenario que habían montado, esperando a que el DJ anunciase al rey y a la reina del baile.

—No sé cuál será aun mi futuro. Nunca he podido decidir acerca de él. Esta noche soy libre de hacer lo que realmente quiero. Y te quiero a ti.

—No lo dices en serio.

—Lo hago. Quiero que estas últimas horas cuenten. Quiero poder mirar al pasado y saber que, por una vez, fui realmente quien quiero ser.

— ¿Y quién quieres ser?

—Alguien a quien puedas amar.

Gritos a su alrededor rompieron la burbuja en la que se encontraban cuando fueron separados por otros alumnos que los felicitaron.

Cuando finalmente cayó en la cuenta de lo que decían, estaban siendo arrastrados hacia el escenario para ser coronados como los reyes del baile.

Después de eso, el resto de la noche pasó en un suspiro.

Bailaron de nuevo.

Posaron para las fotos del anuario.

Y cuando finalmente salió el sol, Denise yacía sobre la arena en la playa, apenas cubierta con una toalla, sola y habiendo entregado su virginidad a alguien que ni siquiera se quedó a su lado.

Algo inesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora