Stan

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—¡Me importa una puta mierda lo que digas! Mi hijo está en manos de uno de esos dos cabrones y no voy a quedarme aquí esperando mientras Mason está en peligro,

—No te estoy pidiendo que te quedes aquí. Joder, soy padre también. Nunca te pediría eso. Pero tienes que entender que necesitamos ayuda. No sabemos con qué cojones nos vamos a encontrar y odio entrar a ciegas. ¿Sabes disparar?

—No.

—Yo sí.

Ambos se volvieron hacia Denise, quien ahora parecía mucho más serena de lo que estaba hacia unos minutos.

—¿Sabes disparar?

—David me enseñó— respondió haciendo un movimiento de cabeza hacia este que seguía a su lado y asintió corroborando sus palabras.

—Eso es bastante sexy. Si la situación fuese distinta y mis pelotas no le perteneciesen a Delia, te juro que ahora mismo me arrodillaba ante ti para pedir tu mano. Menuda mujer tienes, tío.

A pesar de la situación, las palabras de Troy consiguieron relajarlos momentáneamente.

—Voy a conseguirte un arma ligera que puedas llevar sin problemas. No quiero a nadie desprotegido. Usaréis chalecos también.

Media hora después, equipados y armados, los cuatro salieron hacia la casa del padre de Gary.

Conforme avanzaban, Denise no pudo evitar recordar la última vez que había estado allí.

Había estado asustada, igual que lo estaba ahora. Y ambas veces, su hijo había sido el motivo por el cual tenía que hacer aquello.

Ninguno sabía lo que encontraría cuando llegasen, solo esperaban que Mason estuviese sano y salvo. Era todo cuanto importaba.

Llevo una mano a su vientre y rezó para que la sensación que se acumulaba allí, desapareciese.

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La verja de hierro se abrió dando paso al coche. Troy y David se habían quedado atrás. Necesitaban hacerles creer que iban solos.

—Lo siento.

Denise se volvió hacia Gary, quien mantenía la mirada enfrente y apretaba con fuerza el volante. Podía sentir las lágrimas en su voz, y las vio cuando él se volvió hacia ella.

—Todo esto es mi culpa, cariño. Te he puesto en peligro y a nuestro hijo cuando te prometí que no dejaría que os pasase nada jamás. No he podido cumplir mi promesa. Lo lamento tanto.

Quitándose el cinturón de seguridad, ella se lanzó sobre él y le abrazó.

—No es tu culpa. Nada de esto lo es. Confío ciegamente en ti, Gary y sé que jamás nos pondrías en una situación como esta por voluntad. Te conozco y te amo con cada parte de mí. Vamos a entrar allí y saldremos con Mason. No hay otra opción.

Gary asintió.

Entraría con su mujer y saldría con ella y su hijo y después iba a pedirle que volviese a decirle aquellas dos palabras por las que tanto había esperado.

Avanzaron hasta la entrada y salieron del coche en el mismo momento que la puerta se abría y Stan salía con Mason en brazos.

Denise trató de contener el sollozo pero fue imposible.

Mason se removió e inmediatamente un arma fue puesta sobre su sien.

—Un paso en falso y disparo.

—No os mováis—. Las palabras de Troy en su oído les recordaron a ambos que no estaban solos—. Lo tenemos a tiro.

—Por favor, Stan...

Denise dio un paso lejos de Gary y se puso en la mira del hombre. Quería que se enfocase solamente en ella.

—Veo que la herida no fue demasiado mala después de todo, ya que estás aquí de pie. Eso no es muy inteligente por tu parte.

—He venido a por mi hijo. Él no tiene nada que ver con lo que ocurre aquí. Deja que me lo lleve o al menos que lo ponga a salvo. Estoy segura de que nunca has tenido intención de hacerle ningún daño.

—Eso es suponer demasiado.

—Quiero creer que no eres tan malo como quieres hacernos creer.

—¿Qué cojones haces Denise? — Esta vez fue la voz de David la que llegó hasta ellos, pero la ignoró. Tenía que mantener sus ojos y su concentración en Stan.

La cabeza de Mason giró y sus ojos se encontraron.

—Mami...

—Tranquilo cariño. No te muevas, cielo.

—Papi...— sus pequeños ojos se enfocaron en Gary.

—Estoy aquí, campeón. Todo va a estar bien. Haz lo que dijo mami y no te muevas.

—Vale. Quiero ir a casa. Tengo miedo.

Sus ojitos se llenaron de lágrimas y Denise supo que tenía que actuar ya.

—Stan, dame a mi hijo. Necesito ponerle a salvo.

—No. Le necesito. Sin él mi querido hermano podría no darme lo que quiero.

La mirada de Stan se enfocó entonces en Gary. Sin embargo, la pistola seguía apuntando a la cabeza de Mason. Necesitaban una distracción. Cualquier cosa...

—Sabes que voy a darte cualquier cosa a cambio de la vida de mi hijo. Eso no está en discusión, Stan. Y si hubieses venido a mí desde un principio a contarme quien eras, tampoco te habría negado nada.

—Bueno, nunca lo sabremos porque ese tiempo ya pasó. El viejo ya no está, así que todo su legado, por decirlo de alguna manera, va a ser para mí. Renunciarás a cualquier herencia que ese ser despreciable te deje y me la entregarás. Y quiero también la prueba que dejó tu madre. Nadie va a quitarme lo que me pertenece. Yo debí crecer aquí. Se me negó todo esto por quien era mi madre, pero no más. Es todo mío.

—De acuerdo, pero suelta a Mason. Firmaré lo que quieras, pero deja a mi hijo.

Stan bajó despacio el arma mientras una enorme sonrisa curvaba sus labios.

En cuanto los pies de Mason tocaron el suelo, corrió hacia los brazos de Gary quien lo abrazó con fuerza e inmediatamente le dio la espalda a su hermano para meter a su hijo en el coche, donde estaría a salvo.

Denise respiró aliviada. Mason estaba a salvo.

—¡Denise! — la voz de David la hizo mirar a Stan de nuevo. Estaba apuntando directamente a la espalda de Gary mientras este seguía pendiente de su hijo.

No pensó. Solo hizo lo que debía hacer. Mantener a su familia a salvo.

Tres balas impactaron contra Stan. Troy, David y ella apretaron el gatillo a la vez.

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Bueno, queda un capítulo y el epílogo. Espero que esta historia os haya conquistado. Nos leemos la semana que viene para el final. Un fuerte abrazo.

Algo inesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora