El momento que más temía, llegó.
El aviso de desalojo colgaba sobre la puerta de todos los vecinos.
Tenían dos semanas para marcharse.
Si, el nuevo dueño había accedido a una compensación económica para los vecinos ya que les privaba de su hogar, pero en ningún momento dio la cara.
Tampoco ella se atrevió a llamarle.Mientras Mason estaba en el colegio, fue vaciando estanterías, armarios y llenando cajas.
Había aplazado ese momento, pero los días pasaban y el momento de irse se acercaba.
Como no disponían de mucho, la mudanza podría hacerla por sí misma.
La pequeña tartana que conducía serviría.Con el dinero que le quedaba y la compensación por tener que abandonar su hogar, había pensado alquilar un pequeño estudio de una habitación en el que apenas entrarían ellos, pero tendría que bastar por el momento.
Sus padres habían insistido en que volviese a casa, pero Mason tenía amigos allí y le gustaba su escuela.
Afortunadamente el apartamento no quedaba lejos y podría seguir llevándole al mismo lugar.-Todo está bien, papá. Mason es feliz aquí.
-¿Y lo eres tú, rayo de sol?
Amaba cuando la llamaba así. De pequeña solían decirle que no solo los reflejos de su pelo les recordaban a un rayo de sol, sino que había llegado a sus vidas para iluminarlas.
-Solo tengo que encontrar un trabajo y las cosas mejoraran.
-Voy a mandarte algo de dinero, por ahora- se apresuró a decir antes de que ella se negase -. Solo queremos asegurarnos de que ambos estáis bien. Lamento tanto que no quieras volver.
-Lo sé, pero te prometo que, si toco fondo, volveremos.
-Realmente espero que no tengas que verte en esa situación. Llama si necesitas cualquier cosa. Tu padre y yo os echamos de menos.
-Nosotros también a vosotros. Dale un beso de mi parte.
-Lo haré, mi niña. Os quiero.
Tragando el nudo que tenía en la garganta, contuvo las lágrimas y se despidió.Sus padres habían sido un gran apoyo durante el embarazo y después, cuando David eligió a la barbie Malibú por encima de ellos, tuvo que tomar una decisión.
En el lugar donde vivían las oportunidades laborales eran escasas, por lo que buscó en la ciudad y encontró algo que les mantendría a flote.
Pero eso se terminó también.
El dueño se jubiló y cerró la empresa.
Había trabajado allí por poco más de dos años y ahora tenía que empezar de nuevo.Las fotografías fueron lo último que guardó.
Tenía muchas de Mason repartidas por el apartamento, pero había dos que significaban mucho para ella.
La primera era del día que nació Mason.
Ambos compartían una mirada cargada de sentimientos y uno de sus padres quiso inmortalizar el momento.
La otra era de sus padres el día que se casaron.
Ambos lucían jóvenes y atractivos con sus trajes oscuros y una enorme sonrisa en el rostro.Tener dos padres siempre la hizo diferente, pero a ella le encantaba.
Ambos la habían criado sin necesidad de una madre.
Hablaron con ella de todos los temas sobre los que tenía dudas, incluso algunos que la avergonzaban, como comprar sujetadores o el período, pero ambos habían hecho un gran trabajo y amaban a Mason incondicionalmente.Después de recoger a Mason y comprar un par de cosas para la cena, llegaron a casa.
-Oh, querida, he estado esperando a que volvieses.
-¿Va todo bien señora Martínez?
-Si, todo bien. Me ha llamado mi hermana para saber si estás disponible para un trabajo.
Bueno, finalmente buenas noticias.
-Si, por supuesto.
-Que bien, hija. Tengo la dirección dentro. Pasad, por favor.El interior del apartamento de la señora Martínez estaba lleno de cajas también.
Era muy triste teniendo en cuenta de que vio a sus hijos crecer allí, pero tenía entendido que se mudaría con su hija, por lo que se alegraba por ella.-Aquí tienes cielo. Pamela me dijo que el trabajo es como ama de llaves, y que tendrás tu propio dormitorio allí.
-¿Y no hay problema por Mason? Si no puedo llevarlo conmigo tendría que buscar otra cosa.
-He dejado también el teléfono de Pamela anotado para que puedas llamarla y resolver tus dudas. Espero que tengas suerte.
-Muchas gracias.
La abrazó sin poder contener la emoción.
Realmente esperaba que ese trabajo resolviese sus dos mayores problemas.
El dinero y un techo sobre la cabeza.Media hora después estaba feliz.
Pamela había hablado con su jefe, que era quien la contrataría y no había ningún problema siempre y cuando se comportase.Después de contarle la noticia a Mason, este estaba feliz de vivir en una casa grande y prometió portarse mejor que nunca.
Al día siguiente, se acercó a la dirección que le dio Pamela para firmar el contrato.
Cuando se despedía de ella, las puertas del ascensor se abrieron y su pasado estaba justo frente a ella.-Señor Jenkins, ella es su ama de llaves. Acaba de firmar el contrato. Señorita...
-Espero que pueda mudarse hoy mismo. Esta noche tengo una cena con algunos clientes y quiero llevarlos a la casa.
No la miró. Estaba demasiado centrado en los papeles que tenía en las manos.
-Por supuesto, señor Jenkins. Todo estará a punto para la cena.
-Bien. Pam te dará una tarjeta de crédito para que hagas la compra de todo lo que necesites. Soy alérgico a los frutos secos, así que nada de eso.Perfecto. Otra cosa que su hijo había heredado de él.
-Nada de frutos secos. ¿Algo más que deba saber?
-Por ahora no. Si me disculpan, iré a hacer unas llamadas.Solo cuando la puerta de su despacho se cerró, Denise pudo respirar de nuevo.
¿Como la vida era tan hija de puta?
No solo ese hombre le quitó la virginidad y la dejó embarazada, sino que la abandonó, la echó de su casa y ahora tenía que trabajar para él.
Un miedo irracional a que viese a Mason la invadió.
No podía dejar que se vieran y aún así sabía que era cuestión de tiempo y algo le decía que no dispondría de mucho.-Aquí tiene la tarjeta. Cualquier novedad me pondré en contacto con usted para informarla. Ya han entregado los muebles para su habitación, por lo que todo está listo para que se instale.
-Gracias.
Cogió la tarjeta, estrechó la mano de la mujer y se marchó.
¿Como iba a hacerlo para vivir bajo el mismo techo que él?
ESTÁS LEYENDO
Algo inesperado
RomanceCinco años. Cinco largos años desde que él se marchó y emprendió su muy lucrativa vida lejos del lugar donde crecieron. Nunca llamó. Nunca volvió. Nunca le importó. Una más. Eso fue. Y es horrible extrañar a alguien a quien nunca le importaste. De...