Dos

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2 meses después

Un domingo cualquiera. Otro domingo más en mi grisácea vida cómo "secreto" fotógrafo. Es indudablemente incierto por qué gasté neuronas en nombrarme "secreto" y no gaste energías en conseguir un trabajo fijo de ello. Lo único "fijo" que tengo es una página web abierta frente a mí ahora mismo con mi resumé al expuesto con una horrible foto bajo mi nombre dónde creo que el Grinch que robo la Navidad reclamará su sonrisa por derechos de autor.

Ahora mismo estaba sentado en el escritorio frente a esa computadora. En mi cuarto. Revisando muchas de las fotos guardadas en esta. Cada vez salían fotos muy aleatorias. No estaban por orden al igual que mi vida. Nada nunca está en su lugar a excepción de mí cuyo único rol creo que es vivir la vida cómo puede. Mientras más problemas evites, mejor.

-¡Hijo! ¡Ya está la comida!- Anuncia mi mamá felizmente justo cuando yo alzaba la vista para ver a través de la ventana que está detrás de la computadora. El sol me saludaba como siempre. Así que sonreí a medias y dejé la cámara encima del escritorio para irme corriendo de ahí.

Sin ver ni presenciar que la ventana reveló al auto del millonario vecino de en lado. Un auto largo, grande, blanco. Brillaba completamente. Tras sus ventanas negras se encontraba el hombre de mayor edad en los asientos traseros mirando por la ventana con desprecio a causa de su aburrimiento. Sosteniendo su mentón con un puño tal cual infante.

Yo baje a la sala con mis pantalones cortos vistiendo una chaqueta blanca que seguía abierta. Revelando mis raros abdominales.

-Hijo, ¿haces de stripper y no nos lo dices?- Mi papa hace otro de sus chistes ya sentado en la mesa con espejuelos. Tiene 60 años pero aún es fuerte y alto. Mamá estaba sirviendo la comida pero al oír el comentario voltea a verme. Ríe.

-¡Ay, Tey! No seas ridículo. Aunque bien nuestro hijo podría, él no es así.- Mamá regaña a su esposo como siempre. Yo me encojo de hombros con una tímida sonrisa antes de caminar hacia ella.

-Ma, ¿necesitas ayuda?- Yo le pregunto.

-¡Ouh-ho!- Ella me da una palmada en el hombro con otra de sus dulces sonrisas. -Cariño, mejor salva las fuerzas para ayudarnos a darle un retoque de pintura a la casa por afuera. Por favor.

-Eso haré, ma.- Yo le digo humildemente comprometiendome al nuevo trabajo del día. Me siento al lado de papá quién noto que se incomoda al parpadear demasiado y evitarme la mirada. Alza su tenedor sobre el plato pero anda con rodeos en vez de coger la comida. Yo río y me cierro la chaqueta.

-Papá, no te pongas celoso de yo y mamá. A ti también te presto atención.- Le digo entre risas.

-No es eso, hijo. Es que siento que... Debemos hablar sobre tu vida. ¿No intentarás llevar tus fotos a compañías profesionales? Esa página no te durará para siempre. Sólo te contratan con suerte.- Anuncia mi padre tristemente. Yo me pongo cabizbajo mientras que él toma mi mano a por ambas cosas: respuestas y apoyo. Mi madre nos mira sobre su hombro con un poco de tristeza también pero sus cejas alzaditas.

Decide tomar el plato que preparo para mí y ponerlo frente a mí. -Tey, no creo que debamos preocuparnos. Nuestro hijo tratará de--- Ella iba diciendo.

-Los haré felices y orgullosos.- Yo les digo. Ambos me miran. -Los haré felices y orgullosos.- Volví a repetir ahora tomando las manos de ambos para mirarlos con una sonrisa de labios. Ellos poco a poco sonrieron con sus labios.

-Te haré feliz, papá. No me tendrás que preguntar qué haré con mi vida. Ya verás.- Le prometo a papá quién brinca sus cejas pero asiente la cabeza.

𝐸𝑙 𝑃𝑖𝑎𝑛𝑖𝑠𝑡𝑎 𝑉𝑎𝑙𝑒𝑟𝑖𝑜 • MewGulfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora