Cuatro

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Entre a la casa después de ellos. Ellos acomodaron el piano justo en la amplia sala de estar frente a una gaveta que cargaba un jarrón de flores encima. Valerio suspira agotadamente. Enderezando su espalda. —Gracias.— Agradece al don. —Aunque también Mew ayudo, gracias.— Él me incluye en su agradecimiento así que volteo mi mirada hacia él con una gentil sonrisa de labios. Asintiendo en su dirección. Al sr. Morreno no le gusta su mirada hacia mí. O eso parece decir su ligera expresión de disgusto.

Valerio abre el piano. Mientras hace eso me da la impresión de que no tiene una butaca en la cuál sentarse. Miró a los lados pero debo recordar que no bajamos ninguna desde un principio. Debe sentarse en algo. Así que trote hacia un pequeño asiento redondo hecho de cuero negro. Lo desplazo hasta la espalda de Valerio quién mira hacia atrás y sonríe. El don vuelve a parecer pedante con nosotros.

—Eso no es para sentarse--— Él estaba diciendo pero Valerio se sentó. Agradeciéndome. Así que eso lo calló.

Valerio posicionó las yemas de su mano derecha curvada sobre una de las 88 teclas con su pulgar rn posición recta. —¿Qué es lo que desea para su fiesta?— Elegantemente pregunta el pianista.

—Tu mano está roja--

—Eso sólo le da un toque dramático a mí presentación. No vendré así a su fiesta no se preocupe.

—Bien,— Ríe un poco el don con las ocurrencias del piel dorada. —Quiero algo misterioso pero agradable de escuchar.

"Lo que se siente enamorarse".— Dice Valerio en un suspiro.

—¿Disculpe?— El hombre cuestiona.

—Es una canción perturbadoramente encantadora.

Pulsa una tecla y la tecla no emite sonido. —Disculpen.— Valerio se excusa con el don y conmigo. Ambos nos posicionamos al lado del uno al otro mientras miramos al pianista. El pianista se agacha para hablarle a su piano. Susurrando pero con una mirada de tormento. —Yo sé que es difícil en este momento,— Susurra cosas que no entiendo mucho a mi distancia. —pero debes tocar para que hagamos esto. Juntos.

—¿Está hablando con su piano?— El don trata de burlarse con risas pero yo sólo sonrío con mis labios en su dirección. No quiero darle la razón para burlarse del pianista.

Valerio vuelve a enderezar su espalda para colocar ambas manos. Una más hacia la mitad del final y la otra en el medio. Comienza a tocar. Comenzando con un sonido que suena así:

[Tin-dun-dun]

Como un corto intro de mucha intensidad. Después de una pequeña pausa prosiguió a la canción que era serena, calmada, con varios bajos.

[Tin- du-dun- tan-dun- dudu-]

Y enseguida de lo calmado iban un rápido procedimiento de teclas:

[Neru-judu-dun]

Para continuar las teclas misteriosas llenas con un toque sentimental. Aquel procedimiento rápido se repite dos veces. La canción te parece inducir a un espiral en el que seductoramente unas manos te jalan hasta el abismo. Las manos de una mujer o las manos de un hombre. La crueldad no tiene género. Tampoco el amor. Me vi inducido en ese espiral con está canción. Cuál era su poder, ¿el pianista o el arte del pianista?

Mire de reojo a don y estaba totalmente fascinado. Sosteniendo su garganta de la fascinación con una sonrisa. Me dio malas vibras o no sé si es que no me gusta la manera en que lo mira desde hace rato.

Para acortar la canción, Valerio termina con un toque más sereno y lento que el anterior. Sólo pulsando las teclas agudas dos veces antes de pulsar una tercera más aguda pero con menos intensidad que las otras.

—¡Bravo! Me gustó, me gustó.— El don dramatiza aplaudiendo en unísono conmigo.

—Lo hiciste bien, Valerio.— Le trato de demostrar mi apoyo de manera simple y eso parece llamar su atención pues alza su mirada hacia mí con una sonrisa de labios honesta.

—Te puedes quedar a dormir aquí. Opino que debiste llegar desde muy lejos y la fiesta es después de mañana, miércoles. ¿Qué dices?— Ofrece el don mientras apenas Valerio se está alzando de su asiento.

—Mm... Eso es muy generoso, sr. Morren.

—Te puedes quedar en mi casa si gustas, pianista.— Yo le ofrezco humildemente. Él voltea a verme con una sonrisa bien grande.

—Está bien, sr. Morren. No quiero molestarlo ni abastecerme de sus riquezas. Me quedaré en la casa de mi conocido.— Valerio gratamente se dirige al don pero no sé por qué está tan feliz de mi propuesta en vez de la del don quién lo contrato. Creo que a Valerio realmente no le agrada ese señor. —Aunque por favor, ayudeme a mover el piano hacia mi coche.— Le pide y el don accede.

  🕯

  Volvemos juntos a estar caminando hasta mi casa. —¿Hablas con el piano?— Yo le pregunto.

—Algo así.— Valerio me dice con una sonrisa de labios. Él mira detrás suyo sobre su hombro mientras camina abrazándose (tal vez del frío). Lo noté y me comencé a quitar la chaqueta sin que él lo tome en cuenta. Para ponérsela encima. Deteniendolo en plena caminata. Ambos nos detuvimos frente al uno al otro. Le coloque la chaqueta casi jalando su frágil cuerpo hacia mi. Él se me queda viendo durante todo el momento.

—¿Qué haces?— Él susurra. Viéndome a ambos ojos. Así que alce mi mirada para verlo a los ojos.

—Parecías tener frío.— Le susurro devuelta. —Estarás más cálido adentro.

Yo le digo. Entrando a casa. Él sonríe con sus labios antes de seguirme.

*N/A: 😍😍💖✨*

𝐸𝑙 𝑃𝑖𝑎𝑛𝑖𝑠𝑡𝑎 𝑉𝑎𝑙𝑒𝑟𝑖𝑜 • MewGulfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora