Ocho

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—Sucedió hace mas de 15 años y él todavía no despierta.— Gulf recalca. Yo lo miro. El cubre su boca con ambas mano para echarse hacia adelante en la silla. Una pierna cruzada tras la otra. Mirando penosamente a su hermano. Con las cejas alzadas. —Sé lo que estás pensado: "debo desconectarlo" o "es un caso perdido" pero debo admitir que aún tengo la más pequeña y mínima esperanza de que él despierte.— Valerio se pone de pie para voltear totalmente hacia mí. Dirigiéndome su cuerpo.

—De hecho pensé lo primero pero no que era un caso perdido. No está mal tener fe en alguien que amas.— Le dije con total honestidad. Ni siquiera pude ser tan considerado como para no decirle que verdaderamente pensé en lo primero. Algo tan desvergonzado y descarado. Valerio ladea su cabeza con fascinación hacia mi persona. Se cruza de brazos con los ojos entrecerrados.

—¿Nos veremos mañana después de que hagas la fiesta en la casa del sr. Morren?— Yo le pregunto.

—No me he ido y ya me extrañas.— Valerio dice con una sonrisa abriendo las palmas de sus manos a los lados de su cuerpo con tremenda elegancia. Brincando sus hombros un poco.

—Es el efecto que tienes en las personas.— Murmure con una pequeña sonrisa. —Lo siento, no sé por qué dije eso.— Volví a arrepentirme de mis palabras. Desviando mi rostro con una sonrisa mientras me cubro la frente con una mano. Él sigue sonriendo pero baja la mano con la que me cubro la frente. Nos volvemos a mirar.

Quizás.— Él recalca su icónico "hasta quizás" como contestación a si nos volveremos a ver después de la actividad de hoy. Por lo que yo sonrío con mis labios cariñosamente.

🕯

Me dejó en casa después de recuperar el piano y fue a la casa del sr. Morren a practicar. No sin antes aceptar mi sugerencia de una camisa de mangas largas así que le di una azúl que cubría parte de sus deditos y le quedaba holgada en el pecho.

Lejos de mi alcance, otra vez.

Fui a mi habitación para ajustar mi cámara frente al escritorio. Y resulta que desde mi ventana se pude ver la casa del sr. Morren con total disposición. Sus ventanas transparentes revelan justamente la sala. Puedo ver a Valerio. Está tocando el piano con mucha pasión. Sentado en el pequeño sillón que tuvo que usar como silla la otra vez. Trato de agitar mi mano para ver si me ve pero no funciona. Así que mi sonrisa decae un poco. Pero ciertamente sigo feliz de verlo practicando.

—Tal vez... Él ame alguna que otra foto.— Yo digo recordando cuando por primera vez lo conocí y apunto con mi cámara en su dirección. Con una sonrisita.

Valerio tocaba la misma música que toco cuando fue a la casa del sr. Morren en su primer día. El don estaba unos pasos atrás. Observando con detenimiento la espalda del joven. —Tocas hermoso.— Halaga el don. Mientras que el chico toca las notas finales.

—¿Le gusta?— Valerio pregunta. Alzando la mirada incluso si no lo ve. Porque está de espaldas.

—Me gusta.— El sr. Morren se acerca por detrás hasta posicionarse detrás de él y se sienta tras de Valerio. Las piernas de ambos bien pegadas. El pianista traga fuerte.

Yo bajo mi cámara con el ceño fruncido. ¿Qué demonios estaba sucediendo?

El don coloca sus manos sobre las del joven. —Toca otra vez.— Susurra el sr. Morren a su oído derecho.

Valerio vuelve a tocar. Y el don acaricia sus caderas con frotes de arriba a abajo. —Es impresionante tu postura.— Dice el sr. Morren como excusa para seguir tocándolo. Ahora bajando sus manos a sus muslos. Lo acaricia cerca del miembro. Valerio sigue tocando aún y con todas esas caricias.

𝐸𝑙 𝑃𝑖𝑎𝑛𝑖𝑠𝑡𝑎 𝑉𝑎𝑙𝑒𝑟𝑖𝑜 • MewGulfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora