Siete

284 46 11
                                    

Respire agitadamente. Bajando mi mano de enfrente de su rostro. Todo mi aumento de confianza bajo a 0 en 1.0 nano-segundos. Rasgué el pequeño mechón de cabello cerca de mi oreja con la mirada cabizbaja. —Debí parecer pátetico.— Le digo bufando una risa sin mirarlo aún.

—Para mí fue genial.

Sus palabras me desconciertan tanto que debo mirarlo a la cara con ojos tan redondos como platos. —¡¿Eh?! ¿Seguro que no necesitas espejuelos también al igual que yo, Valerio?— Yo le pregunto. Él ríe ahora reclinando su espalda hacia atrás aunque no haya espaldar en el cual apoyarse. Me mira con asombro.

—Qué, ¿Eres mi oftalmólogo ahora?— Dice el pianista con tono juguetón.

—No seré oftalmólogo pero soy fotógrafo, reconozco a alguien con problemas de vista cuando lo veo.— Le digo todo orgulloso señalándome a mí mismo con mis hombros alzados.

—Seguramente te lo dices todo el tiempo frente al espejo.

Responde orgulloso el pianista con una sonrisa de labios mega tierna y sus ojos entrecerrados. Levante mis cejitas viendo su rostro presumido con impacto. Él sale de la butaca.

—Por cierto, corre.— Anuncia antes de irse corriendo como loco en dirección al auto.

—¿Qué? ¿Por qué?— Le pregunte parado en mi sitio con las manos abiertas a los lados de mi cuerpo exigiendo una respuesta lógica para motivarme a correr.

—¡Ahí viene el guardia que siempre me regaña por tocar aquí! Está ansioso por atraparme. ¡Corre!— Anuncia sin mirar atrás pero agitando una mano al lado de su cabeza.
Mire detrás de mí y puedo ver a un joven policía corriendo desde lejos en su uniforme azúl con una gorra azúl. Es guapo. Tiene piel bronceada, ojos redondos de aspecto decaído, dejas gruesas encorvadas hacia abajo como los de un villano.

 Tiene piel bronceada, ojos redondos de aspecto decaído, dejas gruesas encorvadas hacia abajo como los de un villano

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—VALERIO. VEN AQUÍ.— Gritaba el policía.

—Ay no.— Murmuré y corrí hacia el pianista. Este ya se estaba montando en el asiento trasero mientras que todo me montó en el asiento pasajero. Cerrando la puerta de mi lado.

—Qué suerte que tuve las llaves del auto en mi bolsillo después de que condujiste.— Valerio habla todo tranquilo cruzando su cinturón por en medio de su pecho. Me mira durante el proceso. —Ah. Y que suerte que te subiste. Creí que te tendría que dejar fuera.

Engreídamente me dice el pianista. Por más cruel que esté siendo no parece hacerlo con la intención de que me sienta mal dado a que su sonrisa denota una tranquila felicidad y un brillo juguetón en sus dedos. A mí parecer no está siendo más que honesto. —¡¿Eh?!— Aún así me ofende su comentario. Pero no tengo tiempo para enfocarme en eso y miro enfrente de nosotros. —Oye, ¡oye! ¿Y tu piano?— Pregunte. Señalando frente a nosotros.

—Tranquilo. Pasaré por él después. Iremos al hospital. ¿No te molesta?

Él me pregunta.

—N--No. Pero te sugiero que arranques. Se está acercando.— Yo digo en total pánico negando con la cabeza mientras miro hacia adelante. Valerio carraspea la garganta con sutil elegancia. Siendo suficiente para llamarme la atención.

𝐸𝑙 𝑃𝑖𝑎𝑛𝑖𝑠𝑡𝑎 𝑉𝑎𝑙𝑒𝑟𝑖𝑜 • MewGulfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora