El chico vampiro /Sunki

Tus ojos ¿Están cambiando?

Sunoo se encontraba todavía en la biblioteca preguntándose el por qué aquel chico le trataba así ¿Qué había hecho? ¿Había dicho algo malo? Esas preguntas recorrían su mente constantemente. Sunoo había escuchado algunos rumores sobre aquel chico. Había escuchado que era un chico frío al que todos temen, un chico solitario. Quizás Sunoo piense eso también, pero este cree que hay una historia detrás, y estaba dispuesto a averiguarlo, tenía que intentar ser su amigo. Y allí se encontraba Sunoo en casa de Riki para hacer el proyecto, no podía creerse que Riki le haya invitado a su casa. La verdadera razón de esto, era que Riki desconfiaba de él, y creía que en  su casa iba a estar más seguro, ya que vivía en un piso con su amigo Jay, un vampiro que había conocido tras huir de su castillo hace 300 años. Jay era el que le conseguía identidades falsas, ya que al ser inmortal y no envejecer nunca, tenía que cambiarse de instituto constantemente para que nadie se percatara de su secreto. Su nuevo nombre era Riki, y se quedará 4 años en su instituto antes de cambiarse otra vez de instituto y comenzar otra nueva identidad. Riki, estaba colgado boca abajo de una viga de su techo, pensando en la tortura en la que se convertirán las horas siguientes, en las que pasará junto a Sunoo. Sus pensamientos se vieron interrumpidos por el timbre de su puerta.

- ¡ Niki abre la puerta! - gritó Jay desde el baño. 

-¡ Ya voy ! - contestó Niki. 

Riki se descolgó del techo y de mala gana se dirigió hacia la puerta. Y mirando por la mirilla, vio el rostro de Sunoo, acompañado de una sonrisa. Nervioso,  Riki corrió a su habitación y a gritos le dijo a Jay: 

- Abre tú, yo no puedo, me trae malos recuerdos.

- ¿ Trae una estaca y una antorcha?- Preguntó Jay. 

- No te  intentes hacer el gracioso, no te pega, fósil- Le respondió Niki.

- No seas gallina y abre de una vez- Sentenció Jay.

Riki, con las manos sudando, por fin, abrió la puerta. Sunoo, traía una bandeja con pasteles dentro. 

- Por fin me abres la puerta, Riki. Pensé que no ibas a abrir nunca- Dijo entre risas.

- Me estaba vistiendo- Mintió Niki.

- Por cierto, ¿ Vives acompañado? Me pareció oír gritos. - Preguntó Sunoo. 

- ¿Es que tu vives solo? A ti que te importa con quien vivo- Contestó Niki. 

- Vivo con mis padres, sólo pregunté porque me daba curiosidad que alguien solitario como tú viva con alguien. Sólo pretendía ser amable- Se justificó Sunoo.

- Como sea, ¿ Vas a entrar o te vas a quedar ahí parado? - Dijo Niki. 

- Perdón, ya entro. 

Una vez dentro, Sunoo contemplaba todo a su alrededor. Riki le daba mucha curiosidad. El apartamento de Riki era simple y práctico, no había mucha decoración y casi todo era de color blanco y negro. 

- Sígueme. - Dijo Riki secamente.

Los chicos se dirigieron a la cocina. Para la sorpresa de Sunoo, allí se encontraba un joven rubio un poco mayor que ellos, bebiendo una coca-cola con desesperación, mojándose un poco la camiseta blanca que llevaba puesta. Riki, se cubrió la cara con una mano avergonzado de su amigo y carraspeó para llamar su atención. Jay captó la señal de Riki y dejó de beber.

- Mi nombre es Jay, no os molestaré mucho.- Se presentó.

- Soy Sunoo. He traído pasteles.- dijo sonriente.

- Que asco.- le respondió Riki.

- Pues si no los quieres tú me los comeré yo.- dijo Jay, arrebatándole la bandeja con los pasteles a Sunoo y dirigiéndose rápidamente a su habitación.

- ¿Vamos a empezar ya o qué?- dijo Riki, deseando poner fin a esto de una vez.

-S-si, empecemos.- respondió Sunoo nervioso.

Riki se sentó en una pequeña mesa negra y Sunoo lo imitó, sentándose frente a él. Empezaron el trabajo tímidamente y sin hablar mucho. Los dos estaban muy concentrados, cuando, Sunoo accidentalmente, se cortó el dedo con una esquina de una hoja de papel del trabajo. La sangre no tardó en brotar de la herida. A Riki le invadió un hambre sobrehumana, y por mucho que intentase concentrarse, no podía. El olor a sangre le abrumaba y le despertaba sus más oscuros instintos vampíricos. El hambre y la desesperación invadían el interior de Riki, pero tenía que contenerse, Sunoo no podía descubrir su oscuro secreto.

-R-Riki, t-tus o-ojos se están volviendo r-rojos.- Dijo Sunoo, espantado.