Capítulo 8

684 68 116
                                    

—¡Vamos, hombre! ¿Le darás la razón a esa vieja nalgona? La indignación brotaba de mí. Justamente eso es lo que andaba buscando. Yo, que ni siquiera estuve en la pelea, lo vi claro... Ve allí, pídele disculpas y olvidemos este asunto. Eres un buen trabajador; ¿cómo se te ocurre que te dejaré sin trabajo? Bobo, somos amigos.

—¿Disculpas? ¡Nooo! Definitivamente estás loca.

La rabia me consumía. No le pediré disculpas a esa mujer, menos después de todo lo que me dijo. ¿Acaso crees que voy a humillarme por unas monedas?

—No seas obstinado. Su tono era firme, pero yo estaba ciego por la ira. Deja de decir tonterías. Vamos al café, es lo mejor... Discúlpate con la señora y listo. No hace falta que pierdas tu trabajo por unas palabras al viento. Este asunto no es nada grave; no te lo tomes tan a pecho.

—Deja de molestarme, Sasha. Me iré... ¡Renuncio! Mi voz resonó con fuerza mientras la miraba fijamente. La humillación me había calado hondo y por unos miserables pesos no iba a pisotear mi dignidad.

—¿Entonces eso es todo? ¿Te vas así nada más? Exclamó, sus ojos chispeando con indignación. ¿Te das cuenta de lo que estás arriesgando?

—Por supuesto, ya te lo dije. Es mi vida; sé lo que hago con ella. Déjame en paz. Sentía cómo el fuego de mi orgullo ardía dentro de mí.

—Como lo suponía, eres un tremendo pelotudo. Su voz se tornó cortante. Ve y haz lo que quieras, pero si no encuentras trabajo en otra parte, no me llames jamás porque no pienso preocuparme más por ti.
Gracias, pero no lo necesito. Mi respuesta fue fría; no quería escuchar más.

—¡Okey! ¡Vete a la mierda, enano malagradecido!

Su grito resonó en mis oídos mientras me alejaba. Sabía que había sido grosero con ella, pero mi ira era como un fuego incontrolable que consumía todo a su paso.

La noche había caído y eran las 21:30. Con el abrigo puesto, decidí salir; la curiosidad por conocer a la misteriosa mujer del café me consumía. Abrí la puerta con confianza, pero el destino tenía otros planes: una visita inesperada llegó a mi hogar. Al ver su rostro sentí un escalofrío de desagrado.

—Petra... ¿Qué demonios haces aquí? ¡¿Cuándo te cansarás de perseguirme?!

—Levi...—Su voz era un susurro lleno de desesperación.

—¿Qué quieres? Creí haber sido claro contigo.—La frustración burbujeaba dentro de mí.

—Lo sé, pero...—Se acercó un paso más, como si quisiera romper la distancia entre nosotros.

—Pero nada. Vete... Déjame tranquilo. Lo nuestro terminó hace mucho tiempo.— Intenté cerrar la puerta, pero ella se interpuso.

—¡Mentira! Dime qué demonios hacias con el estúpido de Erwin en ese  Sé que aún me amas.—Sus ojos se llenaron de lágrimas mientras intentaba aferrarse a mí.

—¡Mierda! ¡Deja de buscarme! Ya no te quiero; lo que hiciste fue imperdonable. —Cerré la puerta tras de mí con fuerza, intentando escapar de su desesperación.

—¡No! No puedes pedirme que te olvide! Te amo demasiado; ¡dame una oportunidad!—Su llanto resonó en el pasillo mientras yo trataba de mantenerme firme.

—Estoy ocupado y tus lloriqueos no me interesan— respondí con dureza, aunque por dentro estaba desgarrado.

—¿Por qué? ¿Adónde vas? Merezco una explicación al menos. —Su voz se tornó desafiante; podía sentir su dolor y su rabia.

—Porque estoy cansado de ti y de tus juegos mentales, le grité mientras el dolor se acumulaba en mi pecho. —Tú destruiste nuestra relación cuando decidiste acostarte con mi hermano; eso no tiene perdón posible.

La confrontación era inevitable; cada palabra era un golpe directo a mi corazón herido. Sabía que debía liberarme de ella para siempre, pero el eco de su amor seguía resonando en mí como un recuerdo doloroso que no podía borrar.

Mientras cerraba la puerta detrás de mí, sentí cómo el peso del pasado me aplastaba una vez más. La lucha entre el deseo de olvidar y la necesidad de sanar era abrumadora; cada paso hacia adelante parecía estar plagado de sombras del pasado que se negaban a desvanecerse.

☕Café con aroma de mujer☕  (RIVAMIKA & RIVETRA) Lectura Erotica +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora