Capítulo 4

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—Deja que Erwinsito se vaya con Hange a disfrutar, cariño. Quédate conmigo. Por ser nuevo, te cobraré solo 400 € la hora. ¡Baratísimo, ¿no lo crees, corazón?! —intervino la rubia, mientras yo casi me iba de espaldas al escuchar su exorbitante tarifa. La cifra resonó en mi mente como un eco, y no podía evitar imaginar cuántas noches de diversión podría haber tenido con esa cantidad de dinero.

—¿No puedes estar hablando en serio? ¡Eso es una locura! Eso es más de lo que él gana en un mes —le respondí, completamente impactado. La idea de pagar tanto por una sola hora de compañía me parecía surrealista, casi como si estuviera en una película de Hollywood donde los personajes hacen locuras con el dinero.

—Uff, qué mala suerte para ti, corazón —sonrió, con una picardía que me hizo sentir un torbellino de emociones. Su mirada era como un imán, atrayéndome hacia un abismo de tentaciones. —Pero ese es mi precio. No hago rebajas ni tarifas. Es más, es una verdadera lástima, porque se me había antojado probar ese rico pene que te cargas entre las piernas.

—¿Lo dices en serio o es una broma? —pregunté, tratando de descifrar si su coqueteo era genuino o solo parte del espectáculo. La forma en que me miraba, con esos ojos brillantes y desafiantes, me hacía cuestionar si realmente estaba dispuesto a dejar escapar esta oportunidad.

—Siempre hablo muy en serio, corazóncito —respondió, con una sonrisa que me hizo sentir un escalofrío recorrer mi espalda. Era un juego peligroso, y yo estaba completamente atrapado en su red de seducción.

—Bien... ¿Qué otros servicios ofreces entonces? —le pregunté, emocionado. La verdad es que hacía mucho que no tenía sexo, y sus palabras eran demasiado interesantes para ignorarlas. La idea de explorar sus servicios me hacía sentir como un niño en una tienda de dulces, deseando probarlo todo.

—Pues hago ricos orales a 150 €, corridas faciales a 80 € y, bueno, strips sin sexo a 50 €. Quizás eso te interese y pueda ser más accesible para un chico como tú, ¿no? —dijo, guiñándome un ojo. Su tono era juguetón, pero había un trasfondo de seriedad que me hacía considerar mis opciones. No era mala idea, pero definitivamente quería tener sexo y no quedar en la ruina en una sola noche.

—Lo pensaré, preciosa —suspiré, un tanto desanimado—. Iré a pedir un trago, y si se me apetece uno de tus servicios, te haré una seña, ¿OK? —dije mientras depositaba un billete de 5 € entre sus tetas. Ella se rió, y ese sonido era como música para mis oídos.

—Te esperaré, papasito —me dijo, dándome un beso en los labios que me dejó aturdido. Su beso era suave, pero había una chispa de pasión que prometía mucho más. —Andaré por aquí cerca. No me olvides, ¿ok? Si necesitas mis servicios nuevamente, solo llámame. No hay ninguna que lo haga en el local como yo —señaló confiada, guiñándome uno de sus ojos. Yo solo asentí, incapaz de articular una respuesta coherente. Ella se dio la media vuelta, lista para cazar clientes, y yo me quedé allí, sintiendo que había perdido una oportunidad única.

☕Café con aroma de mujer☕  (RIVAMIKA & RIVETRA) Lectura Erotica +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora